Asalto.

27 3 6
                                    

Las ramas de los árboles frutales bailan con la brisa de la madrugada, dejando tras de si su melodía particular, la neblina está de mi lado, mis pasos son inaudibles y me siento imbuido en vitalidad, me siento ligero.

Entrar no fue difícil, los guardias cayeron presos del pánico, supongo que piensan que el demonio dorado escapó, pero no es así, el mal que terminó con sus vidas carece de toda noción artística, lo mio es masacre,
pura y sin embargo con un propósito.

Los acólitos enardecidos salen de sus torres para defender el templo que llaman hogar mientras los monjes muestran su verdadera naturaleza rastrera, preparándose para su huida en caso de que sucediera lo peor.

Decenas de muchachos de todas las edades se abalanzan a ciegas  contra mi, demasiado sencillo, caen como hojas secas en otoño, frágiles y sin vida; sus voces claman por ser rescatados, encerrados en su propio desenlace no atinan si acudir al deber o escapar, sólo una cosa es clara para todos, esperan con el último aire de esperanza, claman, ruegan por su líder, Shen, el cual parece no tener ánimos de venir o está demasiado asustado para enfrentarme.

Permito que un muchacho sobreviva a la carnicería que se suscita frente a sus erráticas pupilas; tomandolo por el cuello de la túnica lo levanto como si se tratara de un vano pedazo de tela - ¿Dónde está Jhin?- le susurro con cierto toque de malignidad, el muchacho tembloroso y preso del pánico sólo atina a señalar en una dirección, lástima que eso no fuera suficiente para perdonarle la vida, revano su cabeza de un sólo movimiento, sujetando su cabello llevo la testa cercenada dejando un hilo de sangre tras de mi para que todos los que aún viven, ocultos, sepan lo que les conviene, mi lento trayecto me conduce a una única habitación aislada, una suerte de jaula dorada, no es digna de un gran hombre como él.

Atravesando un gran pasillo de madera llego hasta la puerta y empujandola suavemente al fin puedo encontrar lo que tanto había anhelado, al fin, mi amor, mi razón de ser, mi vida.

Pero...

¿PORQUÉ NO ESTAS AQUÍ MALDITO INFELIZ?

Continuará....

Conmiseración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora