Las tablas alineadas en el suelo del templo tienden a sonar cuando se camina sobre ellas, su voz aguda es exhalada desde lo profundo; me dirijo a la zona del templo donde descansan las ofrendas dirigidas a mi padre, como parte de una tradición, cada mañana dedico un tiempo para rezar por su paz en el más allá, una vez atravesado el casi laberíntico camino al mausoleo, noto como cada vez hay menos personas en el templo, pero aun así, sus voces siguen vivas en mi mente, diálogos llenos de timbres entusiasmados por dirigirme la palabra, deseaban ser tocados por el cálido abrazo del equilibrio, -tenían tanto por que vivir...- ahora el templo consta de la corte de los monjes y los escasos aprendices que buscaron un refugio en la Orden Kinkou.
Tomando la puerta corrediza procuro abrirla despacio, no hay porque interrumpir el deseo de descansar de aquellos cuyas vidas ya fueron reclamadas por el mas allá; el delgado hilo gris que deja la fragancia del incienso ondea sin ritmo alguno, el altar al fondo de la habitación es iluminado escasamente por la luz de las velas y los arreglos de flores blancas rodean un lienzo que plasma la imagen del más grande portador de sabiduría y justicia que la historia Joniana haya conocido; sus tres pisos en escalón están repletos de ofrendas de comida y recuerdos de quienes en su tiempo, solían venir a regocijarse en su magnánima protección, buscaban consejo y calma; aún difunto, El Maestro Kusho continuaba apaciguando los corazones desbocados de quienes se postraban ante su figura.
-Estoy consciente de que no merezco estar aquí debido a mis actos, padre; pero aun así, por favor permíteme desvivirme ante tu mirada solo un momento; deja que me desmorone un poco para poder salir al mundo y continuar con mis deberes, tú que todo lo vez mas allá de lo moral y correcto, guía mi camino y ayúdame a deshacerme de su atadura vil- arrodillado y en silencio, medito con la calma que puedo concentrar en mí, los segundos pasan y ya no me siento tan cansado, tan impuro, padre aún me ayuda a recuperar mi templanza, me ha demostrado una vez más lo lejos que estoy de convertirme en un Gran Maestro.
Guía mis pasos, dirige mi hoja....