23 de Enero, 2021.
—Por favor, Hunty, di que sí...—me insiste Liam, haciendo énfasis en mi apodo, con una voz chillona y molesta.
Lo miro severo, dándole a entender que no me agradaba su tono.
—No —le contesto con firmeza—. Y no me digas así, yo tengo un nombre.
Mi amigo borra la sonrisa de su rostro y pone una mueca de enfado. Se cruza de brazos y se prepara para hablar, pero me doy media vuelta y lo dejo ahí, antes que dijera algo más.
Me dirijo a mi habitación para tomar las llaves que estaban en mi mesa de noche y cambiarme de ropa. Conforme caminaba, escuchaba detrás de mí la voz insistente de Liam, rogándome para que fuera a la fiesta a la que iría él hoy por la noche.
Yo lo seguía ignorando, como si no estuviera nadie conmigo en mi casa.
A pesar de ser amigos de ya muchos años atrás, había momentos en los que simplemente era mejor ignorarlo hasta que se cansara, o en los casos extremos, aceptar lo que quería hacer para lograr callarlo. Después de todo, él sí que era de los pocos que me soportaba y que no me buscaba por algo más que interés.
—Estará genial, hombre —escucho a mis espaldas—. Habrá hasta música en vivo y muchas mujeres bonitas a las cuales puedes al fin emplear tu nombre.
Seguía pretendiendo como si no escuchaba nada, y comienzo a rebuscar entre mis cajones ropa limpia. De entre ellos jalo una camiseta negra y el primer par de vaqueros que encontré doblados.
Liam seguía aclamando mi nombre, pero yo simplemente me vestí frente a él, en completo silencio.
—¿Me estás ignorando? —pregunta enfadado, achicando los ojos con sospecha.
—Sí —le dirijo la mirada—. Pensé que ya te habías dado cuenta que lo llevo haciendo hace rato. Para ser más específico, desde que comenzaste a hablar de la supuesta fiesta a la que irás esta noche.
Mi amigo solo atina a bufar con desesperación mientras se tumbaba sobre mi cama, con los brazos extendidos por ésta.
Sabía que aún no había acabado en tratar de convencerme, sino que estaba pensando en qué más decir para lograrme persuadir en asistir. Río por mis adentros por ver cómo casi se le quemaba el cerebro pensando en otra excusa y solo niego con la cabeza.
La verdad es que no tenía mucho que hacer hoy, no tuve ninguna cita a la cual asistir en la oficina. Era mi día libre y me agradaba la idea de quedarme en la tranquilidad de mi casa.
Además, me caía en gracia hacerlo enfadar por no querer salir con él.
Pero a diferencia de otros jóvenes adultos, como nosotros lo éramos, no era el que suele salir mucho, pero de vez en cuando lo hacía, gracias a Liam, que básicamente me arrastraba con él a fuerzas a donde quiera que él fuera.
—Y por cierto, no necesito mi nombre para conseguir a alguna chica. —hablo mientras tomaba las llaves y las guardaba en el bolsillo trasero de mi pantalón.
Al decir esto, logro que me mire sorprendido, con las cejas alzadas, además de también haberle sacado una sonrisa socarrona.
No me molesto en hablarle para invitarlo a que me acompañara por comida, sino que lo dejo acostado en la comodidad de mi cama. Simplemente tomo mi billetera y me encamino hasta la puerta principal, listo para salir.
Conozco a Liam desde que empecé con la fotografía, es decir, desde los quince años. Ambos íbamos a la misma escuela, apenas empezábamos la preparatoria, pero fue el único que se atrevió a dirigirme la palabra y el único que no me desagradó al instante. Congeniamos bastante bien.
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Como ella | Corazones Rotos 2
RomanceSegundo libro de la trilogía: Corazones rotos. 》NO es necesario leer "Hasta que la última rosa marchite" para entender esta historia. Son novelas completamente independientes. ***** Hunter Morgan, el fotógrafo más prestigiado de toda Nueva York no...