D I E C I N U E V E

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Sentí mis músculos perder la fuerza. La botella que sostenía se me resbaló de entre las manos, pero por suerte no se cayó al suelo ya que alcancé a atraparla a medio caer.

La sonrisa que llevaba Beverly en su bonita cara tembló un momento, pude verlo claramente desde donde estaba parado. Sin embargo, no la quitó de su rostro, sino que volteó su cabeza hacia otro lado, rascándose la nuca incómoda.

Carraspeé un poco, enderezando mi postura y caminando hacia Andrea, la representante principal de la revista. Ella, al verme, interrumpió su conversación con Beverly y otro par de chicos que se encontraban en un círculo platicando entre sí.

—Hola, Hunter, ¿qué tal? Pensé que no vendrías, estaba a punto de llamarte y enterrarte vivo. —dice, sacudiendo su móvil frente a mí con mi número en la pantalla con una expresión seria.

—Andrea —saludo tomándole la mano y estrechándosela en un apretón amigable—. Sí, pero aquí estoy.

La rubia asiente un par de veces, sonriendo de lado. Acomoda sus lentes con el dedo índice, haciendo un ademán con la mano para que la siguiera.

Sabía muy bien a dónde me llevaba.

—Chicos, él es Hunter Morgan —me presenta frente a todos. Solamente dos personas me saludaron, la tercera dándome una sonrisa forzada—. Él es Sam Hopkins, él James Mars y ella Beverly Adams, mi sobrina.

Intento esconder mi sorpresa, pero es casi imposible. No parecen familiares en absoluto. Carraspeo, aclarando mi garganta.

—Ya conozco a Beverly. —digo, ignorando a los chicos, viendo fijamente a la pelinegra frente a mí. Ella agacha la cabeza.

Para ser ella, está teniendo una actitud un poco extraña, porque seguro estaba que esa no era una reacción digna de Beverly. Arrugo mi entrecejo con disimulo.

—¿De verdad, nena? ¿Son amigos? —inquiere Andrea, intercalando la mirada entre ambos.

—Sí, de hecho, ella es mi no...

—Sí, somos amigos. —habla de pronto, interrumpiéndome, arrugando los labios.

Andrea entreabrió los labios, sorprendida. Alzó las cejas cuando miró la expresión de ambos, expresando solamente un "ah".

Mientras tanto, escuché a los otros dos idiotas susurrar entre ellos "uh, problemas en el paraíso".

Opté por quedarme callado ya que no valdría la pena decirles algo, pues no sería profesional provocar un escándalo en un ambiente estrictamente laboral. Mucho menos en un trabajo tan importante como este.

Sería aún peor tener una mala relación entre modelos-fotógrafo —aunque esa no sería la primera vez que suceda— pero decidí reprimir mis opiniones por ella.

Claro estaba lo incómoda que se encontraba con mi presencia. Llevábamos un tiempo sin hablar, cinco días para ser exacto y me volvía demente saber que ella también me estaba evitando.

¿No pude haberlo arruinado más con ambas? Mierda, hombre.

Me doy un pequeño masaje en las sienes con la mano, antes de despedirme de todos y alejarme.

Mucho después, luego de terminar de coordinar todo lo necesario para comenzar a sacar las fotografías, tomo mi cámara y me la cuelgo en el cuello. No podía estar evitando a todos por demasiado tiempo, ya que era básicamente imposible.

Sin embargo, la que sí había desaparecido del estudio fue Beverly. Por más que la buscaba entre todos, nunca pude encontrarla. Tal vez saldría un rato antes de comenzar con la sesión.

Como ella | Corazones Rotos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora