Capitulo 2

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Dea

Había conseguido mi coche de nuevo.

Estar sentada en él conduciendo era lo más bonito que había en lo que llevaba de vida.

El Señor Fitz tuvo la confianza de darme mi coche arreglado aun que yo no hubiese terminado de pagar el arreglo. Al saber que yo estaba trabajando para Jeff, su hijo, y que vivía en casa de Munera, confiaba plenamente en mi.

Y si no estaba muy seguro, la noche en la que se hizo una cena familiar y me invitaron, Munera y Jeff no pudieron callarse que había golpeado a Tristen y eso le hizo reír y llamarme una más de la familia Fitz.

Yo estaba enterada que no pertenecía a esa familia y solo estaba de paso.

Cuando iban concluyendo las dos primeras semanas, parecía que yo fuese otra Fitz más de la familia. Iba a comer con el Señor Fitz en mis tiempos libres y jugábamos a las cartas. Con Jeff poníamos la música a tope y bailábamos como críos mientras recogíamos el bar y alguna que otra vez hacíamos guerra de papeles o lo que fuese.

Había sobrevivido dos semanas sin toparme con Tristen. Munera me iba diciendo que sitios frecuentaba y a que horas no podía ir a según que sitios.

Así que eso me dio pie a poder ir a poner gasolina a mi coche arreglado.

Lo que, iba a coger prestada de algún idiota que estuviese por allí.

Sabía que no iba a ver a Tristen, así que, sin que nadie se enterase iba a conseguir mi gasolina y volver al apartamento sin problemas.

En ella, había un coche aparcado y decidí que el pringado del día iba a ser esa persona.

Aparqué justo detrás, rebusqué por los asientos de atrás mi camiseta - me había puesto la parte de arriba del biquini por la calor que hacía - y sin obtener buenos resultados. Dejé la búsqueda y cogí la garrafa donde iba a poner la gasolina.

Salí del coche mirando por todas partes como si fuese una turista más. La calle estaba muerta y ni siquiera habían coches aparcados. Miré dentro y quien se suponía ser el dueño del coche estaba leyendo alguna revista de espaldas a mi y hablando con el dependiente.

Procuré que la manguera - que me pesaba una tonelada - no cayese y fui poniendo la gasolina en el barril.

Iba mirando hacia dentro a las dos siluetas pero parecía que el mundo estaba a mi favor y el tiempo se había parado para darme un par de minutos de margen.

Satisfecha con mis dos litros de gasolina para llegar hasta que tuviese algo de dinero e ir poniendo, tapé la garrafa y la dejé en el maletero del coche.

Por si había algún fisgón, preferí irme lo más rápido posible.

Me metí en el coche y aceleré para dar marcha atrás.

Iba mirando a todas partes pero sobretodo hacia atrás.

Pero un golpe me hizo parar. No estaba yendo hacia atrás. Había golpeado el coche del hombre que le había quitado gasolina.

Y no era nada más y nada menos que Tristen.

Este, contemplaba su coche alucinado. Como los dos coches estaban pegados.

El miedo recorría mi cuerpo mientras miraba la reacción de Tristen al darse cuenta de quien era el coche y la conductora.

No pensé. Abrí la puerta del coche sin darme cuenta que Tristen estaba demasiado cerca y le había golpeado tirándolo al suelo.

Tanta suerte, no estaba teniendo.

-Mierda - maldije por lo alto cerrando la puerta tras de mi - lo siento tanto - extendí mi mano - no.. No era mi intención.

Irresistiblemente diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora