Ámbar decidió, que ahora los odiaba aún más. No sólo porque la intentaron matar y vinieron a joder a su casa, si no que hicieron que sólo durmiera seis horas antes de ir a clases, ¿no ven que es una boxeadora? ¡necesita su descanso de belleza, maldita sea!
Gruñendo por lo bajito, corrió a su tocador y se miró en su espejo.
Tenía ojeras oscuras, baba seca en la comisura de sus labios y unos ojos apagados que no le sentaban bien por su ruidosa personalidad.
- ¡Ámbar! Levántate ya y vístete, preparé el desayuno. - y su puerta se abrió de golpe, revelando a una molesta Ailén bajo el umbral. Se había vestido con un pantalón blanco, una blusa de mangas cortas color rosa pastel y tenis negros; súper casual.
Volteó a verla, y se apartó el cabello de la cara. - ¿porqué no me avisaste antes que se me estaba haciendo tarde? ¡mírate, tienes hasta tu maquillaje hecho! - le acusó, mirándola de arriba a abajo.
La chica morena cruzó los brazos y alzó una ceja, sacando su cadera. - no soy tu mamá como para hacer eso, ahora apresúrate y arréglate, antes de que traiga un rociador de agua y te moje completamente. - amenazó, pasando sus dedos por su largo y lacio cabello castaño.
Antes de que su cerebro procesara una buena respuesta a eso, Ámbar se quedó un momento en silencio observándola, pero no realmente. Su mente divagaba, ¿de verdad estaba bien esconder una situación tan peligrosa de ella, su propia pareja?
Quería avisarle, que tuviera cuidado en todo momento, que no saliera sola por ningún motivo; sin embargo, también la conocía demasiado bien como para hacer eso. Probablemente armaría un escándalo, querría mudarse de edificio o aún peor, llamar a la molesta e inútil policía. No sabía que era menos peligroso.
Negando su cabeza y decidiendo mentalmente que tenía que encargarse de esto ella sola, la rubia se elevó en sus dos pies y comenzó a caminar al otro extremo de la habitación, sintiendo una mirada en su espalda.
- ¡Ya entendí, ma'! - y se metió corriendo al baño, riendo escandalosamente por el bufido de su pareja en su camino a la cocina.
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El tiempo pasó, y ya era su tercera hora en la universidad. Ámbar salió de esa clase con las manos doliendole y algo entumidas, pero con una sonrisa.Por el hecho de que su sueño es ser una gran Ingeniera Química, sus clases no eran para nada faciles; el profesor los atiborraba de mapas conceptuales, fórmulas tan largas que parecían claves del GTA y preguntas que, estaba segura ni Albert Einstein contestaría inmediatamente.
Pero bueno, así como Ámbar no es una persona fácil, su carrera tampoco tenía que serlo.
- Oye, ¿viste la cara del ogro del profesor cuando Anthony le tiró una bola de papel en la cara? ¡fue genial! - y el chico a su lado soltó una carcajada a lo que Ámbar le siguió.
Su nombre es Edgar, y es el mejor amigo de la rubia desde que la universidad inició. Tiene cabello negro alborotado y ojos negros, así como es alto y delgado; muy normal.
La rubia tomó sus hebras doradas y las ató en una coleta alta mientras ellos caminaban por el campus. - Sí, lo vi. ¡estaba tan enojado que casi le da un infarto!
- Milagrosamente se salvó el maldito. - Edgar gruñó en serio/jugando, lo que provocó que la carcajada de Ámbar resonara.
La mujer se detuvo en seco, a lo que sintió una punzada en su vientre bajo, sensación que reconoció inmediatamente. - Emm... - miró a su amigo, quien se detuvo junto con ella y la miró raro. - tengo que ir al baño, te veo en el salón. - se despidieron y salió corriendo.
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Lesbian... Right? ||Creepypastas||
FanfictionÁmbar Evans siempre había sido el tipo de mujer fuerte, inteligente, directa... Pero sobre todo, segura. Y una de las cosas de las que estaba completamente segura, es que ella es una chica lesbiana. Había rechazado miles de citas por esa misma raz...