Desde que era una niña pequeña, Ámbar siempre había sido el tipo de chica que no podías mantener quieta ni un segundo sin nada con qué entretenerse. Imperactiva, con una lengua muy filosa pero al mismo tiempo algo sensible, siempre había sido una pesadilla tanto para los maestros de sus colegios como para sus mismos compañeros (los que eran aún más insoportables).
Normalmente, era amable con la gente que no conocía o con quienes sentía, merecían su amabilidad. A los hombres que tenía enfrente, no los conocía... pero definitivamente no se merecían nada.
Se removió incómodamente en el suelo, sintiendo como el pedazo de tela que utilizaron para amarrar sus muñecas detrás de su espalda poco a poco le cortaba la circulación. Recargada en la pared que quedaba justo en frente de sus sillones, encarando donde... ellos estaban sentados. Burlándose de que, finalmente, estaba indefensa.
Con las piernas cruzadas, las cuales ni siquiera se molestaron en amarrar, sintiendo que no sería necesario con tantos ahí. Y sí, aunque le doliera, era verdad.
Los demás no vinieron a ayudar a capturarla, sabía perfectamente que con dos eran suficientes para matarla. Los otros vinieron por mero... entretenimiento.
Los analizó un momento. A tres ya los lograba identificar con dolorosa facilidad: el de la máscara afeminada, el del rostro horrible y el hombre de los profundos ojos azules. A los otros tres nunca los había visto, lo cual hacía esto peor, ¿y ellos qué tenían en su contra? ¿porqué diablos estaban ahí?
La mala suerte no dejaba de perseguirla.
Uno de los otros tres, usaba una especie de bozal extraño en su boca, unos googles naranjas en su cabeza, los cuales antes ocultaban un par de ojos marrones bastante sombríos, por decir lo menos. El segundo, con una hoodie amarillo patito y un pasamontañas con una cara triste, era algo inquietante de ver por mucho tiempo... su mirada viajó al sexto acompañante de la banda de payasos, hablando de inquietante.
Con una máscara azul tapando cualquier rastro de su rostro, sus ojos ultra oscuros que parecían ni siquiera tener glóbulos en lo absoluto, secretando ese extraño líquido de sus cuencas, como si lo estuviera llorando.
Incluso si el rostro del chico de la sudadera blanca era horrible, se notaba a leguas que era un hablador extrovertido de lo peor, y eso, aunque no lograba necesariamente calmarla, si le quitaba un poco de su aura terrorífica encima. Esa maldita máscara azul, por el otro lado, no dejaba de tener esa aura perturbadora volandole al rededor y en ningún momento alzó la voz para decir... algo.
Sólo se limitó en varias ocasiones a mirarla.
Notando otro par de ojos encima, la única mujer presente elevó su cabeza para encontrarse, con esas gemas azul pálido que lograron aterrorizarla en el baño de su universidad.
- Parece ser que me hiciste caso, ¿no? - una sonrisa afectada se posó en sus labios, notando como todos voltearon a verla en cuanto dijo eso. Hacía una hora que no abría la boca. - Debiste al menos avisarme. Los ataques sorpresa no son dignos de ningún peleador que se respete. - finalizó, con voz suave pero con un veneno sorprendente goteando en cada palabra.
Estirando sus lastimadas comisuras aún más, Jeff recostó su cabeza en la palma de su mano. - Lastimosamente, no soy ningún peleador, estúpida. Soy un asesino.
- Traer tanta gente para arrinconar a una inocente chica... - con sus pestañas tocando sus pómulos unos segundos, rió por lo bajo. - patético.
Aunque parecía que lo había dicho al aire, los ojos miel no abandonaron los agujeros negros de aquella máscara que había comenzado todo. Lo oyó soltar un gruñido.
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Lesbian... Right? ||Creepypastas||
FanfictionÁmbar Evans siempre había sido el tipo de mujer fuerte, inteligente, directa... Pero sobre todo, segura. Y una de las cosas de las que estaba completamente segura, es que ella es una chica lesbiana. Había rechazado miles de citas por esa misma raz...