Sentidos II

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-¿Connor? Vamos, Connor, ¿para qué me llamas si me vas a dejar colgando así?

-Lo siento teniente - había dicho el joven sorprendido de su propio estupor - me distraje por un momento.

Al otro lado de la linea hubo un momento de silencio, después, una pregunta en tono suspicaz.

-¿Qué es lo que ibas a decirme?

Ah, sí. ¿Qué era?

Ya no sabía de qué estaban hablando hace un segundo, ¿en qué momento había perdido totalmente el hilo de la conversación?

-N-no lo sé, teniente. Realmente me distraje.

¿Por qué de pronto se había sentido tan horriblemente mal? ¿por qué había tartamudeado como un idiota?

Hank se mantuvo en silencio un instante, después suspiró largamente.

-Bueno, supongo que no era tan importante entonces- la voz del mayor había sonado vagamente temblorosa, y algo en su ritmo denotaba cierta impaciencia -Nos vemos Connor.

-Teniente...

-¿hm?

No tenía algo que decirle, simplemente no quería que le cortara. 

Había sido un impulso irracional.

-Teniente, por favor tenga cuidado al manejar. En esta época se suelen registrar accidentes de transito con mayor frecuencia debido al hielo en el asfalto. Si al cambiar de dirección siente que el auto...-

-Lo sé, Connor.- Le interrumpió -No te preocupes por eso.

En ese momento, el joven androide había sentido un revoltijo en su vientre, como si dentro se hubiera hecho un nudo con sus tripas biosintéticas. Se había sorprendido por el tedio en la voz de su interlocutor, y de pronto sentía que no tenía valor para volver a hablar. 

Tras dejar salir otro suspiro, más largo que los anteriores, Hank había finalizado la llamada en una sola frase.

-Nos vemos más tarde, Connor.

Connor se quedó en silencio con el celular pegado a la oreja por varios minutos, perdido en sus recuerdos. Había olvidado como sonaba la voz del mayor. O, más bien, había olvidado lo mucho que le gustaba cuando la escuchaba.

Incluso antes, cuando le hablaba de mala manera o maldecía al aire, le gustaba escucharle hablar. Le gustaba que se quejara, le gustaba que sintiera y que lo expresara. Le gustaba cuando le decía lo que tenía en la cabeza y cuando le preguntaba qué era lo que tenía él en la suya. Le gustaba cuando pedía su opinión y también cuando la rechazaba.

Mientras le hablara, Connor estaba satisfecho.

Pero a veces el mayor se quedaba callado y no le compartía sus pensamientos, dejándole en la penumbra, justo como en esa llamada. Connor no podía leer su mente, claro, pero antes le hubiese preguntado, no se hubiese quedado con la duda. Antes, cuando no sentía, le preguntaba y le decía de todo sin preocuparse. Antes no sentía miedo. Antes no le importaba realmente lo que el teniente pudiera pensar de él.

Ahora le importaba demasiado. Tanto, que no podía sacarse ese extraño nerviosismo de encima.

Le parecía ridículo. Se sentía ridículo, estúpido, ¿a qué le tenía tanto miedo?

Y sin embargo, ahí estaba, caminando lentamente, demorándose a propósito. Le faltaban apenas un par de cuadras para llegar al Chicken-Feed, lugar donde habían acordado encontrarse, pero cada paso que daba se acrecentaba el retorcer de sus tripas y ahora un nudo comenzaba a formarse en su garganta. Estaba tan nervioso que ya ni sabía cuanto temblaba por el frío y cuanto por compulsión, refregaba las manos ansiosamente, y sentía que su pecho iba a estallar a penas Hank le mirase a los ojos.

Lo peor era que no sabía por qué exactamente se sentía así. No sabía a que le temía, o si era temor siquiera lo que estaba sintiendo. Las emociones, a diferencia de las sensaciones, eran algo mucho más difícil de llegar a comprender. Sentía en su cuerpo los mismos síntomas del temor y, sin embargo, se sentía diferente. Como si en vez de temer que algo ocurriera temiera lo contrario.

De cualquier forma, de eso tampoco estaba seguro. Connor era en ese momento la incertidumbre con patas.

Cuando estuvo finalmente a la distancia suficiente, se detuvo a buscarle con la mirada. A lo lejos, Hank daba vueltas frente al local de comida rápida, que estaba cerrado y camuflado por una densa capa de nieve, uniéndose al paisaje desolado de blancura que bañaba las ahora prácticamente deshabitadas calles de Detroit. De la blancura al rededor, sólo Hank resaltaba. Su típica ropa oscura le hacía evidente.

Por eso fue que Connor se dio cuenta cuando, al detenerse, la figura oscura al fondo se detuvo también.

Hank le había notado.

Agachó la mirada y siguió caminando a paso firme, tratando de que sus movimientos no delataran el frío que sentía. Si actuaba rápido, tal vez Hank no tendría tiempo de pensar que estaba actuando extraño.

Pero, nuevamente, también existía la posibilidad de que le importara un carajo. Tal vez Hank no estaba interesado en absoluto, como su voz había dejado entrever en esa maldita llamada. Tal vez ya todo había acabado, y sólo era él quien había tardado en notarlo.

Connor sabía que eso era poco probable, pero aun la más mínima posibilidad de que fuera cierto era suficiente para desatar en él una lluvia de fallos de sistema. La simple idea le pesaba sobre los hombros, y con cada paso que daba acortando la distancia entre él y el mayor, el peso sobre sus hombros le hacía encorvarse un poco más.

Cuando llego a ver sus zapatos, Connor levantó la mirada. Hank le dedicaba una pequeña sonrisa y una mirada honesta. Sin decir nada, ambos caminaron los pocos pasos que faltaban al encuentro del otro. El mayor alargó un brazo hasta el joven y le jaló hacia sí en un movimiento rápido, sin dejarle tiempo para pensar ni decir nada.

Un abrazo ceñido le recibió con ansias, y cuando sintió su pecho chocar con el cálido cuerpo del teniente, no pudo contener una exhalación temblorosa. El frío de su cuerpo se le hacía ahora más evidente y le molestaba más, pero encontraba una nueva sensación de satisfacción al sentir el calor que le envolvía y le contenía entre los brazos de su amigo. Era como si le hubiese salvado de algo.

Connor nunca se había sentido así, y desde que el teniente terminó el contacto comprobó que no era el calor, sino la fuente, la causa de dicha satisfacción.

-¿Cómo has estado, Connor?

El azul de sus ojos cansados pero gentiles le llegó como una bofetada divina, y aturdido, contestó:

- Con mucho frío, teniente.

Sentidos, Sentimientos, Emociones (Hannor/Detroit: Become Human fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora