y te estoy diciendo adiós.

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Epílogo 

Un año después

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El jamas regreso... yo tampoco, el intento llamar y yo jamás conteste, y como si hubiéramos hecho un acuerdo silencioso poco a poco separamos nuestras vidas. 

Resulta gracioso como el tiempo es subjetivo y es que a pesar de que haya pasado un año desde que dejé aquella casa algunas veces siento como si jamás hubiera salido de ahí, algunas veces me veo fracasando frente a otra cita nueva, intentando cerrar mis ojos mientras alguien intenta besarme y yo solo puedo sentirme como aquel chico de hace un año que espera bajo la nieve.

A pesar de estar todos esos fantasmas que aún me persiguen intente seguir, me aleje de todo y me propuse metas pequeñas, algunas tan absurdas como levantarme de la cama cada mañana, otras un poco más serias como intentar disfrutar la vida. En el último año todo sucedió muy rápido, mi regreso a mi ciudad natal sorprendió a todas las personas cercanas a mí, sin embargo ninguna se atrevió a cuestionar el motivo cuando veían mi nuevo puesto en una empresa de diseño digital, tampoco preguntaron qué había pasado con él, no podían cuestionar nada cuando veían mi estado anímico y aunque quisieran hacerlo no lo permití.

Básicamente mi año consistió en perder toda la comunicación con el mundo humano, ahora solo éramos las máquinas y yo, esporádicamente contestaba mensajes de algunos amigos que por algún motivo creyeron que la manera más sana para ayudar a tu amigo que se encuentra mal después de una ruptura, es hablarle de la única persona de la que no quiere saber.

Debería agradecer que aquellas personas que me pusieron al tanto de su estado, algo que era demasiado cobarde para preguntar pero me moría de ganas por saber, lamentablemente contrario a lo que esperaba, él no se encontraba mejor que yo. Según lo que cuenta la gente se volvió un desastre, dejó el trabajo y se iba a mudar... este último dato terminó de demoler todo lo que aún funcionaba en mi.

En mi mente no cabía el pensar que dejaría aquella casa, no con todo el amor que sentía por ella, entonces empecé a pensar que tal vez no lo conocía tan bien como creía y comencé a dudar que el amor que él decía profesar por las cosas, fuera del todo duradero. Eso fue suficiente para terminar de resolver todos los enigmas en mi cabeza y por fin permitir dejar todo atrás, así que tome las llaves de auto y como si mis pies hubieran estado esperando me dirigí al único destino que había jurado no volver a pisar.

Frente aquella casa, todo gritaba cambio y un sentimiento nostálgico se instauró en mi pecho, sinceramente contrario a lo que pensaba todo mi coraje se había intensificado una vez frente aquel enrejado y mentiría si dijera que no esperaba verlo tras esa puerta, es por ello que al ver aquella mujer sonriente sentí un nudo en la garganta.

-oh... ¿puedo ayudarte en algo?- a pesar de tener una sonrisa en la cara, sus ojos reflejaban incomodidad y nerviosismo, de pronto me quedé sin palabras pues no sabía cómo explicar que solo quería cerciorarme que el idiota que me había robado el corazón no se había ido, supongo que un "hola, estoy buscando al chico que vivía aquí solo para gritarle en la cara que es un idiota de mierda y de paso decir que jamás deje de amarlo a pesar de su estúpida forma de largarse"

-¿Hani?, ¿estás bien cariño?...¿quien es?- Por suerte un chico alto poco amigable salió de la cocina para cortar mi rollo mental, mirándome como si quisiera perforar mi cráneo.

- Si cariño, es solo que este chico... se quedó mudo y... oh por dios, ya se quien eres, tu eres el chico de las fotografías.

Decir que no entendí un carajo sería mentir, solo hay una razón por la que aquella mujer me llamaría el chico de las fotografías y es que solo hacía falta unir los puntos, eso que indican ver tu antigua casa que antes rebosaba de fotografías en las paredes ahora ser sustituidas por piezas de arte estilo surrealista, sólo había dos caminos... la chica vio la casa antes de ser desocupada o esas fotografías fueron retiradas por ella.

A piece of my heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora