『 Contenido sexual +18 』
(Si no ofendo vuestros tiernos ojos, chico/as)
Bakugō Katsuki, un joven hombre lobo futuro líder en la manada de los licántropos, acaba de decidir demostrar de lo que verdaderamente es capaz derrotando al mayor rival de su e...
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La camiseta roja se pegaba a su cuerpo, por el sudor. Quemante y abrasador, provocando miles de pequeñas gotas deslizantes en su piel. El pecho le subía y bajaba, subía y bajaba, mirando los barrotes de la celda como si viviera un profundo sueño (o más bien una asquerosa pesadilla).
A pesar de su estado débil hizo el esfuerzo para retorcerse en el suelo en busca de quitar todos sus calores. El rabo que nacía arriba de sus nalgas se colaba entre sus piernas humedecida a causa del viscoso líquido en ellas. Se le cruzó una idea, aún mas desesperante, el pelirrojo de mirada amable tocando su cuerpo.
Nuevamente gimió en un chillido agudo extendiendo su olor en una ola impaciente a que alguien acudiera a su llamado.
"Aguanta, solo faltaban siete días", se recordó.
—Mnhg...
¡Al diablo! Aún con siete días faltantes no esperaría, si seguía con el tiempo avanzando lento, enloquecería. Simplemente se ha rendido al segundo día.
—Kirishima, ¡ah!... Me siento tan- ugh
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—¡¿Cómo dijiste?!
La rubia gritó. Su rostro se distorsiona asustando a muchos lobos tanto animales puros como licántropos. "No, no, no, no. Era una mentira, no podía ser cierto ¡le tenia que estar mintiendo!", escucha murmullos de su gente aterrorizada al saber noticias terribles sobre el heredero a ser líder.
—L-lo siento, señora Bakugō. Traté de detenerlo, pero él no quería escuchar.
—¡Oh! No quería escuchar dice. —Se golpea la frente con la palma dedicando una mirada de desaprobación— ¡es tan evidente en ese mocoso no obedecer! Tienes que aplicar fuerza y rudeza con él —le dijo y lo miró de arriba abajo— aunque, por supuesto, no serviría de mucho contigo.
Quiso contestar con la dignidad un poco dañada, sin embargo, no era momento para eso. Prefería ser víctima de las burlas maliciosas por parte de la alfa de la manada a calmar sus gritos por la ausencia de su único hijo.
—Señora Bakugō, yo confío en Katsuki. Él regresará a salvo.
—¿Cómo puedes decirlo tan seguro? Kirishima, dame un motivo, es mi hijo el de quién hablamos. ¡Y en manos de esa...! de esa... ¡de la cosa esa!
