Segundo día, el sol se coló por una de las ventanas y tocó su rostro dormido, Bakugō solo pudo apretar los ojos en busca de oscuridad. Su cabeza palpitaba y su cuerpo no estaba menos adolorido, se movía un poco y sus huesos crujían.
Las gotas de lluvia y las hojas de la noche anterior seguían pegadas alegremente en el cristal. La lluvia había cesado temprano en la mañana, pero por fin se estaba secando, dejando al frío humedecer las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas.
Hizo un chasquido con la lengua, se enderezó casi como un muerto saliendo de su tumba y comenzó a examinar cosas: olores, ruidos, voces. La música clásica de un solo de violín fue lo que resonó en sus oídos, era lejana, casi apagada, y sonaba como si viniera de un salón de fiestas... una melodía alegre, similar a los trinos de los odiosos pájaros matutinos. No era algo que le gustara, sino al contrario lo odiaba, le penetraba las orejas entrecortado y alborotado; de repente el sonido se detuvo y regresó instantes después con una intensidad superior. Pero diferente a lo esperado, el solo de violín se volvió una orquesta, azotando las ventanas con sus tambores. Era ruidoso para su sensible audición, se cubrió las orejas casi de inmediato, quería destrozar ese aparato bullicioso pero la idea de bajar y encontrar la cara partida del anfitrión le era desagradable.
No le gustaba la habitación dónde a mala gana se quedó a dormir ni le gustaba bajar por las escaleras porque sabía que allí, en algún lado del comedor (el que había visto cuando fue llevado a rastras), estaba el vampiro esperando su despertar con una cara sombría y que decía "ojalá estuviera muerto".
Estaba siendo estúpido, por supuesto, si quería terminar pronto tenía que permanecer cerca de él y, lo que es más importante, asegurarse de que no lo atraparan informándole a su madre, aun así... No le gustaba siquiera abrir la puerta para ser recibido por una nueva ola de polvo.
Puso un ojo en el borde, pero no vio nada. Forzó la vista y, por un momento, escuchó murmullos detrás de él, eran chillidos breves y sostenidos. Se giró casi automáticamente, ya que su instinto le decía que estuviera siempre listo para atacar, colocando su mano derecha en el mango de la puerta mientras recorría sus ojos buscando oír alguna otra cosa que su respiración; tenía las orejas erguidas y la cola rígida. Después de un tiempo se sintió idiota, pero la idea persistió, decidió ignorarla y se abrió paso por los pasillos al salir. Apenas cruzó el umbral cuando las vocecitas comenzaron de nuevo y está vez lo vió, allá en los rincones pequeños polvos con forma de conejo saltaban por las paredes.
—¡Mierda! —gritó asqueado, y retrocedió. Uno de esos conejos paso tan cerca de su rostro que casi le hace estornudar.
Se vió así mismo apretando su nariz con los dedos pulgar e índice, entrecerró los ojos con disgusto, dió media vuelta alejándose con rapidez. Trataba de encontrar un lugar limpio, lejos de la suciedad y el olor a podredumbre. ¿Qué si el vampiro nunca limpiaba? su habitación probablemente era la única limpia o dormiría en un ataúd sin luces, ¿qué sabe él? El tipo de mierda era extraño y le generaba una violencia peligrosa.
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Dark Vampire; ᴛoᴅoʙᴀᴋᴜ
Ciencia Ficción『 Contenido sexual +18 』 (Si no ofendo vuestros tiernos ojos, chico/as) Bakugō Katsuki, un joven hombre lobo futuro líder en la manada de los licántropos, acaba de decidir demostrar de lo que verdaderamente es capaz derrotando al mayor rival de su e...