Corazones al descubierto
Transcurrieron dos semanas desde el inicio de los juegos sucios de Jack. Clyde había notado que en días tranquilos siempre buscaba algún quehacer extra para llegar a las horas menos transitadas del estacionamiento; con motivos evidentes. Estacionaba en un lugar apartado y luego el mismísimo Clyde era quien no podía esperar a desarreglar su chaqueta y mordisquear sus labios en besos que pedían a gritos que desapareciera la consola central, que además servía de base a la radio.
Esa tarde fue una de tantas, después de cerciorarse de que no había nadie alrededor, se pasaron al asiento trasero del coche, buscando más contacto físico, algo que había sugerido O'Bryan y que, tras dudar un poco, Jack aceptó, pensando en tomar el control para que no sucediera más de lo que estaba dispuesto a hacer. Nada había ido más allá del manoseo, los besos mojados, las mordidas sobre los hombros y el cuello; las caricias atrevidas sobre los glúteos por debajo de la ropa interior y la masturbación. Clyde insistía tanto como podía pero con miedo siempre de perder lo poco que obtenía de Jack. Ya de por sí tener sus manos callosas sobre su pene era glorioso.
—Jack... vamos a hacerlo... —susurró O'Bryan sobre el oído de Jack, que se refregaba contra su cuerpo, tocándolo y propinando chupones sobre su pecho al descubierto.
—No... —titubeó sobre los pectorales firmes de Clyde—. Eso sería demasiado.
—¿Por qué? ¿A qué le tienes miedo?
Jack se detuvo agitado, se sentó en el asiento y pasó la mano derecha por su cabello. O'Bryan se sentó a su lado, bufó y luego sonrió por su propio error, acababa de pensar en no decir nada para no entrar en conflicto y aún así no pudo cerrar la boca.
—Me gusta lo que pasa entre nosotros —inició viendo que Jack estaba agobiado por el lío en el que se había metido cuando decidió que Clyde le gustaba cada día un poco más, y que mientras más lo tocaba, más quería—. Elegiste el coche como tu zona segura, trato de respetar eso y también trato de entender que me trates como tu mejor amigo cuando llegamos a casa; pero me cuesta no sentir cosas fuertes por ti, Jack, y me cuesta no pensar en lo que vas a hacer conmigo en el futuro.
—No quiero que... —interrumpió Jack de pronto—, pienses que estoy jugando contigo. Sé que te lo propuse como un juego, pero solo fue mi modo de animarme a hacer esto, porque lo venía pensando desde que me dijiste que sentías cosas por mí. Solo que si tenemos sexo..., todo va a cambiar. Eso es lo que me asusta...
—Lo que te asusta es que rompa la única barrera que tienes... Déjame hacerte una pregunta, Jack, ¿qué pasa si decido que no tengo futuro contigo, que esto me lastima, y busco mi vida con otro hombre?
Jack observó a Clyde con las pupilas temblorosas, enseguida la imagen de otro hombre besándolo, dándole lo que él le estaba negando, poseyendo su cuerpo desnudo sin ninguna vergüenza, le sacudió las ideas. Se acomodó la camisa y salió del coche, cubriéndose la boca con la sangre hirviendo de enojo. Clyde salió detrás de él, solo con el pantalón puesto y una sonrisa amplia de satisfacción. Aunque Jack no le decía nada acerca de lo que sentía, él podía leerlo con claridad.
—Estás jugando sucio... —dijo Jack y se dio la vuelta para enfrentarlo.
—Solo te estoy ayudando a aclarar tu mente, porque resulta que yo sí quiero ir en serio contigo. Vine a buscarte para intentarlo. Sin exagerar, esperé este momento toda mi vida incluso pensando en la posibilidad de que fueras hetero y que tendría que volver con el corazón roto —contestó—, pero resultó ser que estás lleno de sorpresas y no quiero que se termine solo porque no tienes las pelotas para asumir que te vuelvo loco.
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Héroe: prohibido olvidar quién eres.
Ficción GeneralLa rutina había arrastrado a Jack a una vida monótona, alejándolo de sus sueños; convirtiéndolo en un hombre infeliz, atrapado en una situación familiar que muchos no se atreven a contar por miedo a ser humillados; hasta que llega un nuevo compañero...