[Capítulo 4; Jericho ]

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Detroit, red del subterráneo.
22 de diciembre del año 2038.
7:21 a.m.

Jericho, técnicamente hablando, no existía.

Había dejado de existir cuando la policía lo encontró y lo destuyó completamente, hundiendo el barco con cientos de personas y androides dentro, aunque la mayoría habían muerto antes de que se fuera al fondo del agua.

Le había costado, pero pudo hacer que el HK400 le pasara la información.

Pero fue difícil. Aún podía recordar perfectamente el thirium 310 del otro manchando su cuerpo, mientras se desplomaba sobre si luego de recibir un disparo.

RK900 sabía que había sido algún divergente, seguramente el mismo que le había pasado la información momentos antes. El HK400 iba a traicionar a su gente, y le dispararon en la espalda para que no lo hiciera.

Intentaron callarlo...
Y, por suerte para RK900, no lo lograron.

Sacudió su cabeza, mientras soltaba un pequeño suspiro. Sabía que no debía hacerlo -Amanda se lo había repetido hasta el cansancio-, pero le era reconfortante hacerlo. Y mas ahora, que se encontraba solo un lugar oscuro y sucio lugar.

Estaba en medio de lo que, hace algunos años, había sido una red funcional de metro. Ahora las ratas y la suciedad se habían adueñado gran parte de las vías, creando un sitio para nada agradable.

Por primera vez RK900 se alegró -o bueno, tanto como una máquina podía hacerlo- por no poder oler tal como los humanos hacían. Claro que podía detectar el polvo y basura, pero no le desagradaba en absoluto.

Si allí hubiera un humano, no haría mas que quejarse y quejarse... Y por eso las máquinas como RK900 eran mejores que cualquier tonto humano.

El androide detuvo esos pensamientos. Ya demasiado había hecho al omitir algunos detalles a la hora de hacer su informe -bueno, en realidad había quitado casi todo; dejando únicamente como conclusión que había encontrado Jericho-, así que no quería pensar en su obvia superioridad.

Amanda definitivamente lo regañaria.

¿Sería por eso que había evitado ir con ella durante esos días? Seguramente, pero tenía que visitarla pronto.

Siguió caminando por aquellas abandonadas y sucias vías del metro, a varios metros bajo el suelo. No había iluminación por obvias razones, pero aún así el castaño llevaba una linterna, junto a su pistola.

Sabía que Jericho estaba ahí, claro que si, pero algo le decía que no encontraría nada.

Es que, tal como le había explicado a CyberLife en su breve informe, no había solo un Jericho.

Los divergentes que quedaban no se preparaban para una guerra ni nada por el estilo. Ya habían perdido las esperanzas completamente, y, a menos que Markus volviera de entre los muertos, nadie se convertiría en el líder que necesitaban.

Por eso mismo, tener una sede central era inútil. Los nuevos Jericho solo servían para que se refugiaran y esperaran lentamente su muerte -cosa que ya habían hecho en el pasado-, por lo que habían varias decenas de refugios que solo eran eso, refugios.

Sin embargo eso solo le hacía el trabajo mas difícil y "emocionante", usando un término mas mundano.

Debía encontrar cada refugio y detener a cada divergente presente, siguiendo aquel camino tan complicado que había atravesado para conseguirlo o tener siquiera una oportunidad.

Se detuvo.

Había oido un ruido a 5,23 metros detrás de si, y sin pensarlo se puso a cubierto, detrás de una columna que en cualquier momento caería.

Machine; RK900 [Detroit Become Human]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora