Taylor
Era una mañana algo diferente de las otras de mi patética vida: mi familia y yo nos habíamos mudado a la ciudad de Los Ángeles, California. Me había negado rotundamente; había nacido y crecido en Memphis, mi familia, mis amigos (aunque no eran tantos), también estaban allá, en fin, todo lo que conocía se había quedado en ese lugar.
Le rogué a mis padres para que me dejaran en Memphis, pero eran muy sobreprotectores (cosa que yo odiaba) ya que era su única hija y además era menor de edad, así que tenía todas las de perder. Ellos me habían contado que en aquella ciudad iba a tener más oportunidades de superarme, que tenían mejores universidades, a parte, mis padres habían conseguido un mejor empleo en uno de los hospitales más importantes de la ciudad y aunque detestaba la idea de mudarme a otro estado, no podía ser egoísta con ellos, porque soñaban obtener un mejor empleo para que yo pudiese tener una mejor vida. En fin, no podía esperar menos del destino; siempre que podía me arruinaba los planes, por cada cosa buena que me brindaba, me regresaba diez malas.
Ese día no tenía muchas ganas de levantarme, no era algo que me entusiasmase, me encantaba dormir, pero tenía que seguir con el ciclo de la vida humana y una de esas etapas era desgraciadamente: Levantarse .
Tenía que hacerlo, pues era mi primer día en mi nueva secundaria; había venido con mi madre, unas semanas antes de la mudanza, para hacer todo el papeleo requerido. Era una secundaria muy grande, se podía decir una de las mejores de la ciudad; tenía una gigantesca área recreativa, poseía: una cancha de fútbol, de baloncesto, voleibol, una piscina, pero lo que más me llamo la atención fue el campo de béisbol, ya que, me fascinaba ese deporte; Tenía unos edificios y paisajes hermosos, lo que daba un aire de tranquilidad y embellecía el lugar.
Mi madre había movido cielo, mar y tierra para que me dejaran ingresar en ese lugar, pues no se admitía la entrada a todo el mundo. Yo anteriormente estudiaba en una secundaria regular; nunca me ha simpatizado mucho la idea de estar rodeada de gente presumida., porque se creían superior a los demás y por lo que me di cuenta aquella estaba llena de esas personas. Esto no quiere decir que no hubieran personas humildes y amables, pero serian pocas en este caso.
Mi madre despertó con la idea de que había vuelto a tener cinco años y de repente se le entro el sentimentalismo de madre, aunque por esa área existía un transporte que se dirigía a ese lugar, quiso llevarme.
- Mi amor llevas todo lo necesario- dijo ella con su tono de preocupación.
- Si mamá -dije yo con mi tono de vergüenza y de autosuficiencia que sentimos todos los adolescentes –. No soy una bebe de tres años ma, tengo todo lo necesario.
- Solo quiero que este todo perfecto mi corazón- dijo ella con el típico aire de mamá protectora-. Si tienes alguna emergencia o te duele algo solo tienes que dar un timbrazo y estaré aquí en menos de cinco minutos...
- ¡Mamá! – dije con mi cara de asombro y el ceño fruncido.
- Ya llegamos mi cielo.
- Que emoción- dije en tono sarcástico.
- Solo llama si necesitas algo.
- Si mamá.
- Cielo.
- Dime mamá.
- Casi olvidas tu frasco de vitaminas.
- ¡Ay mamá! ya basta deja de preocuparte tanto por el amor de Dios, tengo diecisiete años, no soy una cría de prescolar para que me estés sobreprotegiéndome tanto- ya estaba colmando mi paciencia.
- Cielo
- ¡Que!
- Te amo
Me fui dando paso firme y con el ceño fruncido; no bien había comenzado el día y ya el destino se había encargado de jodermelo por completo.
Faltaba poco para que sonara el timbre que indicara el comienzo de las clases; mi primera clase era química, la cual odiaba con todas mis fuerzas; enserio era demasiado complicada para mi pobre cerebro.
La clase fue súper aburridísima, el maestro era de los más irritante y pedante; me dirigía a mi segunda clase, cuando de repente me tropecé con un imbécil; era alto, tés clara, cabello oscuro, figura bien trabajada, ojos color café, estaba bien bueno, la verdad hay que decirla.
Todo eso se fue a la basura en cuanto comenzó hablar
- Fíjate por donde vas- me grito el con un aire de superioridad-. No sabes que los ojos son para ver.
- ¡Que me fije por donde voy! Si el que no se ha fijado por donde iba fuiste tú – le dije muy enojada.
- A mí nadie me habla así y menos una cría como tú- me dijo en tono de superioridad.
- Pues para tu información imbécil, yo hablo como se me dé la gana.
- Me estas empezando a fastidiar y enserio, te recomiendo no meterte conmigo sino quieres ganarte un enemigo muy peligroso.
Este estúpido me estaba amenazando, valla broma de muy mal gusto.
- Quiero ver que tan peligroso puedes ser- dije en tono de burla
- Tú lo pediste.
- Pero que…
Ese pedazo de animal me cogió como saco de papas y me puso en sus hombros, trate por todo los medios de zafarme pero fue inútil; llegamos hasta la piscina de la secundaria y el muy cabrón me aventó sin ningún tipo de delicadeza. Este imbécil si es creído, lo odio con todas mis fuerzas, es un pedazo de bestia que parece que tiene cucarachas jugando futbol en vez de cerebro.
- Eres un imbécil, pedazo de bestia, púdrete – dije encabronada.
- Eso es para que no te metas con Jacob Miller- dijo riéndose, el muy estúpido.
Ese pedazo de imbécil me la va a pagar de eso estoy segura.
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Barreras De Amor (Taylor And Jacob)
Novela JuvenilOdio al inepto de Jacob Miller, imbécil de pacotilla que aparenta tener cerebro cuando la verdad es que un delfín con atraso mental es más inteligente que el. Jamás había conocido a alguien tan petulante como el, si, se que parezco una loca desquici...