07.

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Hyeon.

Habían pasado semanas desde la discusión en el coche con E'Dawn y desde que me miré al espejo. Me sentí tan miserable, sentí tanto miedo de salir ahí fuera y confiar en alguien que decidí quedarme en el piso.
Las chicas no hicieron demasiadas preguntas ya que yo les advertí que no quería hablar del tema. Respetaron aquella decisión y la de que yo me encerrase aunque no estuvieron de acuerdo. Ellas bajaban a comprarme todo lo que yo necesitaba y Sunhee me visitaba cada día para ayudarme a darme una ducha. Suena estúpido, pero era incapaz de hacerlo por mí misma sin venirme abajo al verme. Las marcas ya estaban casi desapareciendo pero los recuerdos en mi cabeza seguían ahí y dudaba que en algún momento se fueran.
Para colmo quedaban unos dos meses para cumplir los dieciocho años y tener que abandonar el piso de estudiantes. No me sentía preparada ni mental ni económicamente para independizarme pero quedarme allí en secreto tampoco era una opción.
Comencé a dejar de comer porque me sentía desganada y sin apetito, también me dañé a mí misma porque, ¿con quién iba a pagar las cosas sino?

Una tarde tan aburrida como otra cualquiera Sunhee vino a visitarme. Me encontró tirada en una esquina del cuarto, a oscuras, abrazando mis rodillas. No paraba de temblar y veía borroso. Cuando se acercó a mí vio que a pesar de que no paraba de sudar mi cuerpo estaba congelado. Cuando intentó poner una mano sobre mí la aparté agresivamente de un manotazo y se quedó allí en el suelo, sorprendida. El resto de chicas acudieron en seguida al oír mis gritos y Sunhee les aseguraba que no tenía la menor idea de qué me estaba pasando pero que ella no había hecho nada.
- ¡No me toques hijo de puta! ¡Yo no salté a la carretera! -grité intentando ponerme de pie para huir de dios sabe qué.
Fue cuestión de segundos que perdiera el equilibrio en las piernas y cayera inconsciente golpeandome la cabeza contra el suelo.

(...)

Cuando desperté lo primero que vi fue una sala con paredes blancas. En la parte superior de una de ellas había una televisión pequeña y antigua. Estaba tumbada en una camilla con suero inyectado en vena y al otro lado vi a Sunhee dormida en el sillón, apoyando una de sus mejillas sobre su mano.
Intenté reincorporarme pero no pude evitar dejar escapar gemidos de dolor al notar una gran punzada en la cabeza. Mi amiga se despertó al escucharme.
- ¿Hyeon? ¡Gracias a Dios, estás despierta! -dijo levantándose rápidamente y acercándose a mí. Yo sonreí pues mi amiga era atea y su comentario me hizo gracia.
- Pues claro, no te va a resultar fácil librarte de mí. -contesté con cierto tono de burla.
- Debería avisar a alguna enfermera -dijo y luego se acercó a la puerta, pero antes se giró- espérate aquí -iba a seguir, pero de nuevo se giró- es decir, no vas a poder ir a ningún sitio... Qué estúpida soy, ya me voy.
Después de aquella lucha interior consigo misma se marchó a avisar a alguien y yo me quedé riendo. Podía tener muchos defectos pero siempre sabía como sacarme una sonrisa por muy triste o enfadada que estuviese yo. Segundos después mi rostro se tornó serio cuando, a lo lejos, cruzando el pasillo, divisé una cabellera rubia. Era E'Dawn, yo lo sabía, pero... ¿qué demonios estaba haciendo en el hospital?
Ansiaba con todas mis ganas ir tras él y averiguarlo pero no podía dejar que me viera así, con la bata del hospital. Además, después de la pelea, ¿qué se suponía que iba a decirle? Ambos nos gritamos mutuamente, él sabía de mis marcas, por lo que él debió presenciar lo sucedido en cierto modo e incluso verme en ropa interior. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando Sunhee y la enfermera entraron en la habitación.
- Buenas tardes, Hyeon, ¿cómo te encuentras? -me preguntó amablemente con una sonrisa.
Era una chica de, aproximadamente, treinta años. Su rostro era hermoso y transmitía tranquilidad.
- Me duele mucho la cabeza... -murmuré.
- Eso es normal, te diste un buen golpe. Aún así, no te preocupes, no tardará en desaparecer el dolor. -me observó detenidamente- Llevas un día inconsciente, así que vamos a hacerte unas revisiones. Con un poco de suerte podremos darte el alta mañana o en un par de días.
Me puse en pie aún con el suero puesto. Pedí que pusieran una venda sobre éste ya que me daba pánico ver una aguja clavada en mi vena. Hecho aquello me acerqué a mi amiga antes de irnos.
- Creo que he visto a E'Dawn. -susurre y sus ojos se abrieron como platos.
- ¿En serio? Lo dudo. Tal vez sea el. golpe que...
- El golpe no tiene nada que ver. -la interrumpí- Sé lo que he visto y está aquí. -suspiré porque realmente no sabía a donde quería llegar contándole aquello- Ve a casa, no es necesario que pases la noche aquí.
- ¿Estás segura? -preguntó con cierta preocupación.
- Segurísima. Mírate, tienes unas ojeras enormes.
- Está bien, pero vendré mañana en la mañana.
Asentí y la abracé con fuerza antes de seguir a la enfermera por los pasillos. Me hicieron varios chequeos para comprobar que no me dañé ningún hueso o que no tuviera ningún traumatismo craneoencefalico debido al golpe que me di al caer el día anterior. Todo parecía estar en orden, nada más que una brecha en la cabeza cosida con steri-strips (puntos de esparadrapo) que en unos días desaparecería. Luego de eso me trasladaron a salud mental donde pasé la noche. A la mañana siguiente me desperté cuando un enfermero entró en la habitación con una bandeja con comida que supuse sería el desayuno del cuál apenas probé bocado y me dijo que tenía una cita con uno de los mejores psiquiatras del hospital. Obedecí y le seguí a través de un largo pasillo donde veía a personas que andaban como zombies por la medicación, personas que no sabían lo que decían o algunas que incluso gritaban queriendo salir de allí. No fue nada agradable y deseé con todo mi ser llegar pronto a la sala.

Nobody knows ❧『E'Dawn』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora