11.

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Hyeon.

Los destellos del sol se abrieron paso entre las rendijas de las persianas obligándome así a abrir los ojos.
Estaba tirada en el suelo, aparentemente había pasado la noche durmiendo allí después de llorar. Me levanté y sentí una enorme punzada en la parte baja de mi espalda.
- Mierda, me la he jodido... -murmuré.
Caminé hacia la mesa del salón y tomé mi teléfono móvil. Estaba sin batería así que tuve que rebuscar entre todos los cajones del salón hasta que encontré un cargador. Lo conecté, lo encendí y escribí el pin.
Tenía cientos de llamadas y mensajes de Sunhee. Supuse que estaba preocupada así que le mandé un mensaje para tranquilizarla y caminé a la cocina. Llevaba casi veinticuatro horas sin comer y lo que más necesitaba en aquel momento era un buen desayuno que llevar a mi boca. Abrí el frigorífico y observé que al menos Junwon -decidí dejar de llamarle padre de nuevo- había tenido la gran cortesía de dejarlo lleno. Tomé un huevo y un par de salchichas. Cerré la puerta con el trasero. Encendí la vitrocerámica, busqué la sartén y eché aceite en ésta. Mientras el aceite se calentaba volví al salón a revisar la notificación que había sonado segundos atrás. Era Sunhee.

¿Qué es eso de que no vas a ir al instituto? Estamos a dos semanas de los exámenes finales. Más te vale que tu culo gordo esté listo cuando vaya a recogerte en veinte minutos.

Tuve que dejar aquello de hacer el desayuno o sino no me daría tiempo. Apagué la vitrocerámica, coloqué todo en su sitio y subí a mi habitación. Era un caos total, lo cual me recordó a la noche anterior. Una avalancha de pensamientos sacudió mi cabeza. Lo de mi madre no había sido un accidente. Aquello me entristeció y me hizo enfadar. Después de pasarme tantas horas llorando decidí enfocarlo como una lección de vida. Jamás sería como ella, yo iba a ser fuerte y a aguantar todo lo que la vida tuviera para mí y más. Además, ahora que sabía el daño que hacía aquello, ¿cómo podría marcharme y hacer daño a otras personas del mismo modo? Ni si quiera entraba dentro de mis planes.
Abrí el armario y tomé unos jeans negros, del mismo color que el suéter, las botas y el olvidado gorro de lana. Decidí ponérmelo después de tanto tiempo. No tenía por qué dejar de usarlo solo porque un idiota me lo quitase. Además, E'Dawn lo tomó de nuevo por mí... Lo apreté y sonreí. Aquel era otro asunto que tendría que resolver. Su actitud ayer fue de lo más extraña y tanto si era mi culpa como si no, tenía que saber el motivo.
Me vestí en el baño, donde me apliqué colirio en mis hinchados ojos y traté de peinar mi cabello. Era corto, apenas llegaba a los hombros, pero se despeinaba muy fácilmente.
Revisé el horario en la agenda, metí los libros y cuadernos correspondientes en la mochila y bajé las escaleras. Tomé el móvil que solo había cargado un 20% y las llaves. Tuve que subir de nuevo porque olvidé la mochila en el piso de arriba, me la colgué en la espalda y salí.
En lo que esperaba a mi amiga, me fijé en que el buzón estaba bastante lleno pero no tenía las llaves. Volví a entrar y busqué unas pinzas en la cocina. Con ellas pude coger los papeles y cartas que había dentro sin necesidad de tener las llaves. Dejé las pinzas en la entrada por pereza y volví a cerrar.
Leí por encima sin interés los que eran folletos de publicidad pero una carta me llamó la atención. Cuando la abrí no entendí demasiado, solo que había tres meses de alquiler pagados por Park Junwon. Vaya, qué detalle y generosidad, había pagado tres meses para no dejarme en la calle. Un poco más y lloro.
Un pitido me sacó de mis pensamientos llenos de ironías y rencor y divisé a Sunhee en el enorme, caro y muy rojo coche de su madre. En serio, jamás había visto un auto más rojo que aquel. Me acerqué y entré en el asiento del copiloto. Me puse el cinturón y le dije que estaba lista.
- ¿Qué es todo ese papeleo? -preguntó mirando de reojo mientras comenzaba a conducir.
- Bueno...
No tenía ni idea de si debía contarle la verdad o no. Seguramente se pondría histérica, obligándome a denunciar, a quedarme en su casa o a pagarme el alquiler de un año entero si era necesario. Ella era rica pero yo no era su amiga por su dinero ni mucho menos a diferencia de los demás. Ella tampoco era tonta y sabía quién la buscaba por interés. Decidí guardar silencio y cuando encontrase un trabajo que me ayudase a cubrir los gastos necesarios se lo contaría todo.
- Publicidad. -sonreí y lo guardé todo rápidamente en la mochila.
- Demasiada, ¿no? Deberías denunciarles.
Reí ante su comentario. A esto es a lo que me refería. Si pudiera denunciar la piedra que la hizo tropezar y que rompió sus tacones, lo haría.
No tardamos mucho en llegar al instituto. Aún faltaban treinta minutos para nuestra primera clase así que le pedí ir a la cafetería a por algo para desayunar. Yo compré un sándwich y ella una magdalena rellena de chocolate. Nos sentamos a comer y charlar hasta que el timbre sonó.
Pensé que había sido la primera en llegar pero entonces vi a uno de los amigos de E'Dawn, ¿Hui tal vez? Me dedicó una sonrisa, se la devolví por educación y me senté en mi sitio.
- Oye. -ahora estaba frente a mí, con ambas manos apoyadas en mi mesa.
- ¿Necesitas algo?
- Bueno, estuve pensando que soy pésimo en español y literatura, asignaturas en las que sacas las mejores notas, y yo soy bueno en Geografía y Ciencias sociales, las asignaturas que peor se te dan. ¿Qué te parece si nos ayudamos? -decoró aquella pregunta con una bonita y traviesa sonrisa al final.
- Te lo agradezco pero... creo que paso. -le sonreí incómoda esperando que se fuera.
Por suerte el resto de alumnos y el profesor me salvaron. A primera hora tenía español precisamente. Se me daba bien porque tenía familia en España con la que siempre soñé tener contacto. Nunca fue así, pero desde pequeña estudié el idioma y cultura, por si acaso. Sin embargo, a pesar de que era la mejor de la clase, incluso yo me sentía un poco perdida y fallé un par de preguntas que me hizo el profesor.
Me di cuenta de que, a pesar de que había hecho deberes y exámenes en el curso, necesitaría un esfuerzo doble estas últimas semanas para recompensar el tiempo perdido. No podía dejar que ni un solo problema personal más me afectase de nuevo en los estudios.
Con los ánimos un poco por los suelos me acerqué a Hui una vez la clase finalizó. Acaricié uno de mis codos nerviosa. Iba a tener que tragarme mi orgullo y decirle que al final sí que me parecía una buena idea su propuesta.
- ¿Necesitas algo? -me preguntó con una sonrisa burlona. Yo sabía que estaba imitandome.
- Aunque odie admitir esto... creo que al final sí que necesitaré esa ayuda...
- ¿Odiarlo? Para el carro bonita, no soy un mal tipo. Sacarás las mejores notas. -me guiñó un ojo.
- Más te vale. -volví a mi sitio a recoger las cosas para la siguiente clase.
- Ya verás.
No respondí pero antes de salir me llamó.
- Necesito tu número para quedar, ¿no? Mi casa estará libre, pero necesito confirmar la hora. -dijo.
Dios, ¿nunca paraba de coquetear? ¿Era así con todas?
- Buen intento Hui. A las cinco en la biblioteca de la escuela. Nos vemos. -esta vez yo le guiñé un ojo y me marché.

Nobody knows ❧『E'Dawn』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora