CAPÍTULO VIII

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CAPÍTULO VIII

Luego de que HaeWon, la hermana de MinHo, no soltara ni una silaba sobre mis marcas y la semejante cachetada en mi mejilla, me recomendó sutilmente que buscara un vestido de manga larga. Le mostré mi escaso guardarropa, según ella, y no le convenció ninguno de mis vestidos, así que al escuchar como mis tripas gruñían por alimento, dijo que bajara a desayunar mientras ella buscaba en su maleta algo que me acomodara. Y así hice, no sin antes ponerme un pants y un suéter con cuello de tortuga preguntándome porque mi cuarto era el único sin aire acondicionado o con un buen ventilador.

Eran las nueve y media cuando bajé las escaleras. Ya estaba maquillada y solo faltaba ponerme un vestido. En mi mente solo rondaba la palabra comida hasta que vi pasar a MinHo y a TaeHyung. Mierda, tenía que encontrar el traste de la señora Kim. Me apresuré a ir a la cocina y preguntar, pero MinHo y su amigo iban hacia el mismo rumbo, por lo que iba justo detrás de ellos. Sus voces gruesas resonaban por el pasillo mientras yo trataba de que mis pasos no se escucharan. Nos distanciaban tres metros, o tal vez menos. Ellos giraron al comedor y yo corrí después a la cocina encontrándome con mi abuelo.

—MiSuk, ¿qué haces aquí? Ve al comedor —el abuelo vestía un traje gris muy elegante. Le miré unos instantes mientras asentía e iba al comedor.

La mesa gigantesca y sus más de veinte sillas me recibió. Todos ya estaban vestidos ocasionando que me cohibiera. La sonrisa burlesca de SuJin me avergonzó; ella llevaba un lindo tocado y un maquillaje en punto, ni muy cargado ni muy natural.

—MiSuk, aquí hay un lugar —el joven Jeon dijo alzando su mano para que le viera. Me acerqué a la vez que él se levantaba de su asiento y saca la silla para mí. Le agradecí su gesto.

MinHo estaba frente a mí y TaeHyung a su lado ambos viéndome con el ceño fruncido, más mi primo que su amigo; SuJin estaba a mi lado, obviamente frente a TaeHyung; el hermano menor de MinHo, BonHwa, al lado del mismo, y su mejor amigo, JungKook frente a él. MinHo no dejaba de verme, tal vez porque no comía. Y no porque no quisiera, sino porque al hacerlo tendría que sacar la mano de mis bolsillos y todos verían las medias lunas que adornaban mis dedos y manos. TaeHyung le dio un disimulado codazo para que dejara de prestarme atención, y así fue.

Conté el tiempo, porque era lo único que podía hacer. Pasó media hora cuando mi estómago hizo acto de presencia y todos se callaron mirando a su alrededor buscando el origen de aquel sonido. La mirada de MinHo se posó en mí. Elevó una ceja en expectación. Podía sentir el calor en mis mejillas, pero gracias al maquillaje mi rojez no se traslució.

— ¿Por qué no comes? —preguntó MinHo. No respondí. Pareció que eso lo hizo cabrear porque frunció los labios y endureció su mirada—. Tienes hambre, come.

Negué con la cabeza. Me sentí una niña pequeña a la que sólo le gustaba comer dulces. JungKook con el ceño fruncido picó un pedazo de piña de su plato y lo acercó a mi boca asintiendo para que la abriera. Olía tan bien, pero me resistí. El pelinegro resopló y miró fijo a MinHo, y le dijo:

—No quiere comer, déjala.

Hice puños mis manos. Joder, era comer o que pensaran que me peleé con un gato. Tenía que levantarme e irme. La fiesta comenzaría pronto y yo tenía muchos pendientes que hacer, como comer, por ejemplo.

—MiSuk —su lindo vestido caía mágicamente desde sus hombros hasta el suelo. Era similar al que usaban las diosas griegas de la antigüedad. El color azul cielo le caía muy bien—. Ven —dijo, y como si su palabra fuera ley, me apresure a ponerme de pie haciendo un estrepitoso sonido al arrastrar la silla hacia atrás. SuJin hizo una mueca entre asco y molestia, pero me importó poco. Corrí a su lado y ambas salimos de ahí—. ¿Por qué esa cara? Parece que te salve de la horca —rio dulcemente.

La verdad jamás dicha |k.th|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora