Temblaba de nervios, expectante a los acontecimientos. Dedicarme a la prostitución no era lo que yo añoraba al salir de la preparatoria, pero ir a la universidad no fue una opción luego de que mi madre enfermara y mi hermana pequeña se quedara sin un bocado que llevarse a la boca. Durante casi dos años estuve trabajando de manera informal; podando césped, lavando autos, vendiendo periódicos. Sin embargo, esos trabajos no eran suficientes para todos los gastos en la casa. De regreso a mi pobre hogar una mujer vestida con gabardina acompañada por un hombre gigantesco, me interceptaron. Por supuesto, me asusté demasiado. No era como si cada noche alguien te apareciera así, como si fuera a matarte. Me dieron un sobre y sin mediar palabra se montaron en un auto negro y silencioso. Era mi pase a vivir bien, o a vivir en el infierno. Dependiendo de que punto de vista lo viera.
Entré a las instalaciones discretas que dictaba el papel que me habían dado hacía dos semanas —ese que miré cada noche sin poder dormir, pensando si aceptaba—, desconociendo lo que me esperaba. Era una pequeña edificación de cuatro pisos. A primera vista parecía un conjunto de apartamentos, pero desde adentro podías notar que no lo era. Parecía una agencia de modelos.
El vestíbulo era espacioso en demasía, con pisos pulidos de mármol negro y paredes grises. Poco ostentoso. Habían carteles estratégicamente colocados para robar miradas, dónde hombres sin camisas o en ropa interior posaban para la cámara en posiciones similares a chicos de revistas. Pero en la mayoría de los carteles predominaban los rostros atractivos de los hombres y me encontré sorprendido al estar pensando en ello. Exótico era lo que rezaba al lado de cada espécimen masculino.
Al acercarme a dos mujeres que estaban detrás del recibidor, una de ellas me sonrió y me hizo una señal. Me acerqué a ella desconfiado, pero solo me aseguro que su jefe me esperaba desde hacía dos semanas. Me hizo caminar por un pasillo que estaba al lado de su puesto de trabajo y me indicó la última puerta. Toqué y me hicieron entrar.
Era una oficina completamente normal, solo con un pequeño estante lleno de libros y un escritorio de vidrio. Un hombre canoso y sudoroso estaba sentado tras el, limpiándose la cara grasosa, se veía graciosamente incómodo dentro de su traje, y tal vez hasta de su propio cuerpo.
Nos estrechamos las manos rápidamente y nos presentamos.
—Me llamo Mark Follin ¿Cuál es tu nombre? —dijo, haciendo un ademán para que tomará asiento.
—Harry Styles —traté de sonar seguro.
—Perfecto. Un nombre de artista porta usted —aduló riéndose —. ¿Qué edad tiene?
—Veinte.
—¿Sabe para lo que está aquí, no? —se tornó serio.
—Si, si, por supuesto —asentí rápidamente —. Me entregaron esto.
Se quedó observando el volante y luego asiento en acuerdo.
—¿Y vienes a aceptar?
—Quisiera saber antes cuál será el pago —dije de manera rápida.
—Oh, señor Styles, se sorprendería la variedad de sueldos a los que se vería sometido —su manera de reír me pareció completamente desagradable —. Todo depende de su cliente.
—Explíqueme, por favor.
—Verá, hay clientes que solo quieren con usted una agradable cena, una cita... Compañía, para ser exactos —dijo, moviendo sus manos velludas de forma vaga —. Puede recibir un monto sorprendente por ese servicio. Lo mínimo son mil libras.
Abrí los ojos desmesuradamente al escuchar tan valiosa cantidad.
—Pues si, aquí solo tenemos clientes millonarias, solo atendemos mujeres. Pensamos en también dar acceso a servicios para hombres, pero a largo plazo —agregó al ver mi expresión —. Seguimos con los sueldos. También están las mujeres que solo quieren sexo rápido, las que quieren juegos de roles, parejas lesbianas, entre otras cosas y esto en definitiva son los servicios más caros. Cerca de ocho mil libras la hora.
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Exótico [hs]
FanfictionEstán reclutando hombres hermosos, dignos de revistas de moda... O revistas para mujeres cachondas. Hombres dispuestos a complacer a féminas sedientas, insatisfechas y con apetitos sexuales inimaginables. Harry sabedor de su atractivo físico decide...