Conduzco a toda velocidad, quiero salir lo más rápido posible de aquí, estoy en shock no puedo creer lo que me ha pasado con Pierre. Ahora me doy cuenta que nunca deje de gustarle, me desea. Estaba segura que no pasaría de ser unas las coqueterías y jamás pensé que se lo estuviera tomando en serio fui una total y completa ingenua. Pierre es un hombre de mundo y no se va por las ramas al contrario, es claro con todo tanto en el trabajo como en su vida privada; para él solo hay blanco o negro nada de grises. Solo estuvo esperando la ocasión en que yo bajará la guardia y atacar, atacar con un tierno, dulce y necesitado beso.
«Eres una idiota como se te ocurre dejarte llevar por tu jefe; ahora qué hago, no sé cómo mirarlo a los ojos, esos hermosos ojos. Por lo menos voy a tener unos días que no lo veré pero el lunes, ¿qué haré?»
Me detengo en uno de los semáforos e instintivamente me llevo mis dedos hasta mi boca, cierro los ojos y el recuerdo de ese momento regresa a mi mente y le hacen coro sus palabras que me dijo justo antes del beso;
«No puedo dejar ir, lo siento pero sino lo hago me voy a arrepentir el resto de mi vida y creo que te pasa lo mismo.»
Una y otra vez oigo su voz repitiendo lo mismo hasta que siento una pequeña sonrisa asomarse en mi cara pero rápido es reemplazada por una lágrima que quiere caer por una de mis mejillas pero inmediatamente la seque. «Me siento tan mal y avergonzada».
Estoy envuelta en mis pensamientos que no me doy cuenta del cambio de luz hasta que los conductores en la parte detrás, comienzan a tocar la bocina y es cuando me doy cuenta del cambio de luz y continúo mi marcha hasta llegar a mi departamento.
A llegar al departamento, me llevo la sorpresa que Paul está allí con la comida casi servida esperando por mí.
—Te estaba esperando, amor. Hice tu comida favorita. — me anuncia poniendo la mesa.
—Déjame llevar mis cosas a la oficina, me doy un baño y comemos. — le expongo ya que no quiero que sé de cuenta de que me paso algo en la oficina.
—No hay tiempo para un baño, la comida no está caliente, y si te bañas cuando te la vayas a comer estará fría así que ponte cómoda y luego nos bañamos juntos. — me sonríe pícaramente.
«Tengo que hacer todo lo posible para que ese baño juntos no se dé. Usaré todo mi arte del disimulo para que Paul no sé de cuenta que no me siento bien y que mi ánimo es debido algo que me sucedió en la oficina. Solo espero representar bien el papel.»
Regreso de hacer lo que me había dicho, sirve la comida, nos sentamos y comimos la cena, a pesar que no tenía mucha hambre, comí de ella. Estuvimos en silencio por unos largos minutos hasta que Paul comienza a hablar.
— ¿Cómo estuvo la reunión con los posibles nuevos clientes?— me extraña que pregunte cosas de mi trabajo ya que no le gusta saber o simplemente no le interesa, como me comento un día y desde ese instante deje de contarle mis cosas relacionadas al trabajo pero luego ya no lo hacía con mi vida privada. Poco a poco mi confianza en él no era la misma.
—Bien, firmaron el contrato. —le dije esposando una sonrisa.
—Y me lo dices así, sin ninguna emoción. —me mira incrédulo porque sabe que me vivo cada uno de mis logros.
—No me siento bien, anoche no dormí bien, he estado todo el día con estrés por la junta y solo quiero terminar la cena, darme un baño e irme a dormir.
—Para eso tengo la receta original de Paul Mckencie que consiste en prepararte la bañera con jabón con olor a “Warm Sugar Vainilla” que te encanta tanto, yo dándote masaje por todo tu hermoso cuerpo y luego...