Mi alegría fue tanta que no me dí cuenta que comencé a besarlo, me doy cuenta de lo que estoy haciendo y me separo de él y de pronto me jala hacia él; coloca una de sus manos en mi cabeza y la otra por mi cintura para afirmar su agarre, toma mi boca con anhelo y desesperación. Nuestras lenguas se entrelazaron con ansias locas y con el conocimiento de pertenecía. Me aprieta contra su pecho y mi cuerpo vibra con el calor que emana de él. Comienza a acariciarme y cada una de ellas son fuego grabándose en mi piel. Coloco mis manos en su cabeza alborotando sus cabellos y lo traigo hacia mí para que el beso sea más profundo; lo beso con desesperación.
Me alza por la cintura y coloco mis piernas por su cintura, continuamos con el beso saliendo pequeños gemidos de mi boca y Pierre intensifica el juego que tienen nuestras lenguas. No sé cómo llegamos al sofá, me recuesta en él mirándome con lujuría y siendo una llamarada de fuego que subo por mis pies hasta llegar a mi vientre en donde se instala haciendo que me arda todo mi cuerpo.
Me sube la camisa hasta debajo de mis pechos, dejándome besos y mordiscos en mi vientre arqueando mi espalda en respuesta de lo que estoy sintiendo. Me quita la camisa dejándome el sostén y por encima de él; inicia su tortura con mis pezones que están erectos desde que nos besamos. Sale un grito cuando de sorpresa me pellizca y muerde uno de mis pezones. Va subiendo mordiéndome el cuello trazando el camino hacia mi rostro para besarme nuevamente mientras me va acariciando toda. Asalta mi boca y se lo impido.
—¡No!, Nada de besos. —le pongo mis manos en su pecho para impedir llegar a mi boca y establecer una distancia prudente.
—No entiendo, hace unos minutos nos estábamos besando, ¿por qué el cambio?
—El trato era nada de besos. Desde el principio he sido clara; bajo aviso no hay engaño.
—El trato.... bien. ¡Al demonio con el trato! — me habla muy serio, enojado, echando chispas y gritando.
—Pierre, por favor. —le suplico.
—¡No! —se para del sofa, se para enfrente de mi pero dandome la espalda, mientras se va colocando su camisa que no se en que momento se la quito.
—¡Pierre! — trato de detenerlo para hablar.
—Ya basta. Suficiente. Loanne. — se vira y me grita.
—¡No te vayas! — le suplico cuando lo veo que esta caminando hacia la puerta de mi departamento.
Sigo llamándolo cuando sale de mi departamento, busco desesperada mi camisa y cuando la consigo, me la pongo mientras camino y salgo corriendo al pasillo pero ya Pierre se ha ido. «No puede ser que se haya ido, se veía tan decepcionado, decepcionado de mí.» Vuelvo a mi departamento para coger el móvil y llamarlo pero en eso suena.
—Hola. —digo sin ver de quien es la llamada esperando que sea Pierre.
—Hola Loa.
—Hola Sharon. —sonando decepcionada por quien habla al otro lado del movil.
—¿Esperabas que fuera otra persona?
—No, bueno si pero nada importante.
—Lo que sí es importante es... ¡donde carajo te has metido! He llamado en varias ocasiones, todos estos dias a tu casa, al móvil y nada.
—Lo siento, no estaba en casa y el móvil se me había quedó sin batería.
—Bien, no te creo pero está bien. Ahora, ¿quiero saber dónde estabas?
—En casa de una amiga. — le miento sin ninguna vergüenza.
—Porque no te creo, dime por favor.