Años en este negocio y aún lo encuentro maravilloso el poder transmitir todo lo que veo en la lente de una cámara para luego darle matices. Es lo más gratificante que hay. Entre los dos trabajos fijos que tengo; uno como fotógrafo y el otro como ayudante de un reconocido fotógrafo en Paris y un trabajo como modelo puedo vivir cómodamente y darme uno que otro lujo pero siempre ahorrando para establecer mi academia de modelaje y estudio fotográfico y si me va como hasta ahora, espero que el próximo año vea mi sueño hecho realidad.
Mientras espero mi próximo cliente, reviso las fotos realizadas hace unos días y será entregada en tres días. No hago más que sentarme frente al ordenador y que suena el timbre de la puerta del edificio. Voy hasta el interruptor y una voz conocida se escucha en todo el estudio.
—¿Quién toca?
—Soy yo, hombre, Charles.
—Reconozco tu voz, idiota. Sube.— le digo moviendo la cabeza en negativo y con los ojos en blanco porque siempre es así, ya debería de acostumbrarme pero no, me gusta molestarlo.
Vuelvo al ordenador a seguir con mi tarea, en cinco minutos oigo la puerta abrirse y unos pasos acercándose. Y cuando miro, le extiendo la mano porque sé que viene con unos tragos, siempre Charles ha sido así; un buen amigo, más que un amigo es mi hermano; él y Víctor han sido mi familia desde siempre y el lazo se hizo más fuerte cuando mis padres fallecieron en ese accidente. Somos como trillizos que sabemos lo que le pasa al otro sin que estemos cerca y cuando uno de los tres necesita de los otros, nos reunimos sin importa en qué país o lugar estamos; siempre juntos como los tres mosqueteros.
—¿Qué haces? — me dice tomar su trago.
—Estoy organizando unas fotos que tengo que entregar unos días.
—Vamos al club, vendrás ¿verdad?
—Lo siento pero no puedo. En cualquier momento llega una nueva cliente que me quiere contratar para que le haga unas fotos.
—Atiende a tu cliente y nos vamos; te espero.
—No insista, tengo trabajo que hacer. Para la próxima no estaré ocupado, entonces podemos organizar algo; tu, Victor y yo.
—Bueno, tú te lo pierdes. Y si te digo que estará Cherrie; ¿no irías? — me anuncia para ver si me convence, sabe que me agrada Cherrie y lo usa en mi contra.
—No. Lamentablemente no puedo. Ni modo me lo perderé.
—¿Y Víctor no irá contigo?
—Nos encontraremos allá. Si quieres pasa por allá cuando termines sabes que nuestras salidas son hasta temprano horas del otro día.
—Lo sé de sobra.
—Hermano no te voy a quitar más tiempo. Me voy que quiero llegar temprano.
Nos estamos despidiendo cuando suena el timbre de la puerta; Charles me hace el favor de abrir a la persona que está tocando y se queda un rato para no dejarme solo. En unos minutos más, llega a la puerta del estudio una joven muy hermosa, delgada, cabellos oscuros, vestida algo sencilla pero algo misteriosa con unas gafas negras.
—Hola, buenas noches.
—Buenas Noches, vengo a ver al señor Gontier.
—Ese soy yo. ¿En qué la puedo ayudar? — le extiendo la mano para saludar a la recién llegada.
—Necesito sus servicios como fotógrafo. — me anuncia sin preámbulos.
—Bien... pero adelante, acompáñeme para poder conversar mejor. Le ofrezco algo para tomar; agua, jugo, soda... vino.