Capítulo 2.

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— ¡Ángel, levántate ahora mismo que se hace tarde y tienes que ir a trabajar!—grita Mariela desde el piso de abajo. 

— ¡Ya voy, Mariela!—le grite de vuelta. 

Me levanto y me pongo lo primero que encuentro metido en el armario, voy al baño y hago todo el procedimiento para poder bajar a desayunar. Ahí me espera mamá con el desayuno servido.

—Hasta que te levantas niñito, lo dormilón lo sacaste de tu padre sin dudarlo—me regaña. Sé que no lo hace de mala manera, ella lo hace para burlarse.

—Hablando de papá, ¿te ha mandado el dinero del mes?

Mis padres están separados desde siempre, de hecho no están casados. Se conocieron en un concierto y luego de tres meses me crearon a mí. Él vive en otra ciudad con su propia familia pero nunca se olvidó de enviar dinero para mi instituto y ahora para mi universidad. No me hizo falta una imagen paterna porque mi madre siempre estaba saliendo con un hombre, lamentablemente ahora estaba soltera. Según ella lo estará por siempre porque los hombres son unos mentirosos. Menos yo. Ella lo dijo. No yo.

—Lo llame ayer y dijo que hoy iba a mandarlo, ¿Por qué, necesitas algo, amor?

—No. —mentí. Su cumpleaños se acercaba y necesitaba comprarle algo digno de merecer.

—Bien, cierra bien la puerta cuando salgas. Me iré a trabajar. —beso mi cabeza y salió.

Termine de desayunar y lave todo. Al salir de casa me encontré con mi vecina, una chica guapa cinco años menor. Gracias a sus padres supe que estaba enamorada de mí desde que se mudaron a nuestro barrio. Era muy dulce, solo tenía catorce años.

—Cada día más linda, Laura —le guiñe un ojo y ella se sonrojo.

—Gracias  —susurro y bajo la cabeza avergonzada.

— ¿Vas a algún lado?

—A pasear a Princesa —respondió moviendo la correa de su perra chihuahua.

¡Como odiaba a esa perra del demonio! ladraba casi todas las noches o temprano en la mañana. Siempre estaba pensando en una idea para matar a ese endemoniado animal.

—Oh bien, nos vemos por ahí, preciosa.

—Adiós Ángel. —sacudió su mano de modo de despedida.

Tome el transporte público para llegar más rápido, se me hacía tarde y era yo el que tenía que abrir la tienda. Trabajaba en una tienda de discos de vinilo desde ya varios años. Y llevo ahorrando desde que empecé, para poder comprarme un auto. Se lo pedí a mis padres el día de mi graduación. Ellos prefirieron regalarme un televisor pantalla plana. Su justificación fue que mis notas no eran tan buenas como para merecerme un auto. Padres.

Ya para cuando llegue al local, Rob y Jesús me esperaban allí. Matthew aun no llegaba y no me sorprendía, él era irresponsable y nadie lo  podía cambiar. El padre de Matthew era el dueño de la tienda, fue un gran músico en sus tiempos y ahora se encargaba de administrar su tienda.

— ¿Qué hay muchachos? —les pregunte caminando hacia la puerta para sacar los candados.

—Rob está enamorado y no lo quiere admitir. —soltó Jesús.

— ¿Otro hombre caído? —bromee.

—No estoy enamorado —negó con la cabeza frenéticamente—, solo la invite a una cita el viernes.

—Si pero mira su cara cuando lo dice, le brillan los ojos. —se burló Jesús mientras le propinaba suaves cachetadas en las mejillas.

— ¿Quién es la desafortunada? —pregunte.

—No la conocen y nunca lo harán porque solo saldremos el viernes. —respondió a la defensiva.

—Sí, ya veremos.

Lo primero que hicimos al entrar fue preparar café, estábamos en pleno invierno y nevaba sin parar. Pusimos música de ambiente y cada uno se fue a su puesto correspondiente. Al rato llego corriendo Matthew con una caja de donas en la mano.

—Lo siento chicos…

—El despertador no sonó —dijimos todos juntos.

Reímos y nos disponemos a trabajar. Rob atendía la caja con Jesús y Matthew conmigo ordenábamos y ayudábamos buscando lo que la gente quería.

Después de la hora de colación, la campanilla de la puerta sonó y entro Aurora vestida con el uniforme de su instituto. Supongo. Se veía muy inocente con su cabello negro peinado correctamente. Camino hasta la esquina más escondida y comenzó a buscar algún disco. Yo estaba paralizado, no podía ni siquiera pestañear, me sentía nervioso como la mierda y eso que ella aun no notaba mi presencia.

—Eh idiota —me codeo Jesús—. Ve a hablarle, pedazo de monstruo.

—No puedo. —le respondí sin moverme todavía.

—Vamos no seas tonto, que sea bonita no quiere decir que muerda. —me empujo y me vi obligado a caminar hacia ella.

Ya a su lado pude sentir su perfume y darme cuenta que tenía unas lindas pecas en sus mejillas y en su nariz. Demasiado claras para verlas de lejos.

— ¿Necesitas ayuda? —le dije y ella salto— oh lo siento, no quería asustarte. —sonreí inocente.

—No te preocupes —rio suavemente—, estaba buscando el último disco que saco Elvis.

—Claro, por aquí, acompáñame…—la apunte para que me dijera su nombre. Ya lo sabía, sí, pero quería escucharlo de ella.

—Aurora.

Perfecto.

— ¿Es para ti o un regalo? —le pregunte tratando de meter algún tema de conversación.

—Es para mi madre, estará de cumpleaños en unos días —me respondió viéndome fijo a los ojos. Esos ojos me intimidaban. Sentía que podía quedar atrapado en ellos. Sin embargo estaban vacíos, no veía ningún sentimiento ahí.

— ¡Que coincidencia! Mi madre también estará de cumpleaños en unos días.

Ella rio bajito y se sonrojo. Cuando por fin encontré el disco lo tome al mismo tiempo que Aurora y nuestras manos se toparon. ¡Dios! ¡Acaso estoy en una jodida novela de amor o algo?

Por su parte apartó su mano rápidamente avergonzada y las entrelazo en su estómago.

—Vamos a la caja para que…que puedas pagarlo. —tartamudee.

Camine con ella a mi lado y le pase el disco a Rob para que hiciera lo suyo. Se lo entrego ya listo y se despidió de todos con una sonrisa.

—Hermano, ya se fue, despégate —Jesús chasqueo sus dedos frente a mi ojos hasta que pude reaccionar—. ¡Tenemos a otro caído señores! —gritó para todos.

Con el paso del tiempo los capítulos seran mas largos, no se preocupen.

Gracias a las personas que leen, votan y comentan <3, no sean lectores fantasmas!! 

xx

Aurora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora