Prólogo.

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— ¡Maldición! —la joven pelirroja soltó un fuerte suspiro al bajarse de su vehículo, y notar que su motor no encendía—. Esto no me puede pasar justo hoy.

— ¿Anaís? ¿Qué sucede? —cuestionó su madre al otro lado de la línea, la tenía en altavoz, por lo que no tenía el celular en la mano sino en el bolsillo de su camisa.

—Es el motor, madre. No enciende y yo no sé nada de mecánica —habló totalmente frustrada. Se abrazó a sí misma cuando hubo una fuerte oleada de viento.

—No jodas Anaís, sólo a ti te suceden esas cosas. Te dije que no te llevaras el auto, pero tú insististe —le reprendió su madre, como siempre tan amorosa —. No podías llevarte la bicicleta, no, tenías que llevarte el jodido coche —prosiguió. La joven ya tenía suficiente con estar varada en medio de la nada, a oscuras, y soportando el frío que hacía esa noche como para sumar a su progenitora regañándole.

El sonido que su celular emitió al tener batería baja la preocupó aún más, no quería quedarse ahí sin siquiera un medio por el cual comunicarse con alguien que fuera en su ayuda.

—Madre tengo que colgarte el celular está descar... —antes de completar la oración escuchó el sonido de móvil al apagarse—. ¡Maldita sea! —protestó, tomando el celular entre sus manos e intentado encenderlo nuevamente. No lo logró, por lo que se recostó del vehículo y soltó un sollozo.

Esto sólo me pasa a mí.

Un aullido la alertó y se despegó del vehículo para mirar a su alrededor, justo a su lado se encontraba el gran bosque de las afueras de la ciudad, se veía demasiado tenebroso a esas horas. Había escuchado de su padre que los lobos estaban en su temporada de apareamiento, pues a él le encantaba cazar y había desistido durante un tiempo por el mismo motivo. Necesitaba salir de allí en ese instante, lo menos que deseaba era toparse con alguno de esos grandes y salvajes animales.

Logró vislumbrar la luz de un vehículo que se acercaba. ¡Esa podía ser su salvación! Por lo que no dudó el alzar los brazos dispuesta a pedir ayuda.  Cada vez se acercaba más, pero aún parecía no haberla notado.

Un gruñido la asustó y, apretando los labios con temor, se dio media vuelta.

— ¡Dios! —sollozó al mirar al gran animal delante de ella; era un lobo gigantesco, parecía ser de su mismo tamaño o quizá más grande, su pelaje era negro como la noche, y sus ojos azules como el mar.

Sintió su corazón acelerarse de forma descomunal, comenzó a ver borroso y se tambaleó un poco, por lo que el animal se acercó más a ella, asustándole aún más.

De un momento a otro se sumió en la oscuridad, deseando que todo aquello hubiese sido un sueño más... O mejor dicho, una pesadilla más.

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Bueno, acá está la historia de la que comenté en la nota de Híbrida, así que espero que le den amor todos.

Si tienen alguna opinión, crítica constructiva o destructiva, duda o recomendación, comentenla y yo haré todo lo posible para responder.

Amo que comenten, amo saber si les gusta, denme ideas, diganme lo que piensan. Voten y comenten si les gusta, pero no lo hagan obligado, sólo si quieren.

Los quiero muchísimo, la próxima semana comenzaré a publicar la historia, será un capítulo por semana o eso espero, así que estén pendientes.

Un cálido beso y un gran abrazo.  —Anne.

Luna Llena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora