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Es recibido por el radiante sol en su rostro que lo obliga a utilizar el dorso de una mano como si se tratara de una visera, camina por el vecindario prestando poca atención a lo que sucede a su alrededor. Oye gritos alegres de un grupo de niños, el llamado de las madres que les dicen que es hora de volver a casa, el llanto de un bebé y el arrullo de la mujer que lo sostiene en sus brazos, la voz gruesa e imponente de un padre al reprender a su hijo, las mismas facciones que se suavizan hasta plasmar una sonrisa, abrir los brazos y esperar un abrazo que no tarda en llegar. Tony aparta su mirada de la escena y sigue su trayecto en medio del pequeño parque a unas cuadras de su casa. Mira detrás de cada banca, arbusto y árbol sin conseguir lo que tanto busca. Suspira y se recuesta en el césped, sus ojos visualizan el cielo despejado y con aves que cantan llenas de regocijo, permanece así durante minutos hasta que una silueta le bloquea la vista. Tony distingue a la mujer y sonríe mientras se levanta para poder saludar. Envuelve su cuerpo con el contrario y ella retrocede extrañada ante la calidez que ha sentido. Tony comprende la reacción y se apresura a explicar el motivo de lo sucedido.

—¿Perdiste tu corazón? —pregunta llevando su palma hasta el centro de la camiseta roja. Esta vez no se aparta, hasta está maravillada con el hecho—. ¿Estás bien?

—Eso creo. Natasha, ¿crees que puedas ayudarme?

—Lo mínimo que puedo hacer es dejarte investigar en mi hogar. Es una búsqueda que debes hacer tú solo.

—Entiendo, gracias —asiente con la cabeza y comienza a seguir a su amiga hacia el destino establecido.

○●○

El sitio donde vive Natasha es pequeño pero acogedor, con las habitaciones necesarias, todo pulcramente ordenado, dos perros como mascotas, un niño pelirrojo con ojos azules de aproximadamente seis años merodeando curioso durante la búsqueda y sin rastros de su corazón por ningún lado. Tony vuelve a encontrarse con Natasha, le agradece por permitirle colocar un poco de desorden en su hogar, ella ríe sin molestarle si el contrario ha decidido ser un huracán para poder obtener lo que anhela.

—Debes pedirle lo mismo a los demás. No creo que alguno de ellos niegue tu pedido, todos en el vecindario te apreciamos, Tony —besa una mejilla del hombre delante suyo—. Espero que tengas éxito.

—Gracias otra vez. Seguiré mañana, por hoy ha sido suficiente.

—Nos vemos, Tony —agita la mano a modo de despedida a la par que lo ve alejarse calle abajo.


Serendipia |WinterIron|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora