Capítulo 1

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Valkyria se notó en una escena explícita y específica que aunque brumosa le dejaba reconocer a Viggo a escasa distancia de donde se encontraba.

Aunque siendo sinceros, ella podría reconocer a su amigo a cualquier distancia.

Desafortunadamente, el momento exacto en el que lo vio, también se guardó como el recuerdo más doloroso en su mente, porque a pesar de que sabía a ciencia cierta que estaba dentro de una pesadilla, dicha pesadilla era la marca que quedaba de su pasado y del dolor que le quitaba la capacidad de perdonar.

No importaba cuán consciente fuese de ello, no podía forzarse a despertar aunque lo intentara y mucho menos intentar tomar control de la situación; era imposible.

Nuevamente se concentró en su amigo, pero algo llamó su atención. Y es que en el compartimento al que trasladaban al velociraptor existía un gran cristal que separaba éste de otro y justo en ese,  se encontraba un chico no mayor a ella inconsciente y acostado en una camilla; lo que realmente captaba la atención era la cantidad descomunal de mangueras delgadas que habían incrustado en la cabeza, torso y extremidades del chico, que fácilmente podrían confundirse con extensiones de su cuerpo, algo bastante común a pesar de todo, ya que las mutaciones genéticas ya no eran cosa solo de mentes visionarias.

Valkyria intentaba con todas sus fuerzas oponer resistencia ante el arrastre que efectuaban varios guardias al intentar sacarla, vagamente pudo ver sus uñas levantadas pero el dolor no era algo que recordara ya, lo único que tenía en mente era seguir luchando.

No escuchaba su voz pero sabía que había gritado. Y a pesar de ser consciente de que sus esfuerzos eran en vano, no soportaba la idea de que justo cuando tenía la fuerza y el poder suficiente para afrontar a quién se interpusiera en su camino, fuesen sus sueños precisamente quienes le recordaran que no pudo hacer nada en ese instante.

Cada vez era arrastrada más lejos, hasta que la puerta se cerró ante sus ojos.

En ese momento despertó.

De un salto se levantó de la cama, notó que no solo había hecho estragos en ésta haciendo jirones las sábanas, sino que también estaba sudada de pies a cabeza, su temperatura corporal se elevaba por encima de lo normal incluso para su gen mutante y un calmante tradicional definitivamente no bastaría.

Inhaló fuertemente mientras intentaba estirar sus extremidades entumecidas y en ese instante lo notó... estaba en el aire y ella podía sentirlo ahora plenamente. Recuerdos la invadieron de repente y supo que tal vez la pesadilla de hacía a penas un momento era una clara advertencia de un intruso.

Nada más acercarse a la entrada de su habitación y abrir la puerta con extremo cuidado reconoció al fin el olor del invitado. Pues era precisamente el aroma más antiguo que guardaba su memoria; aquel, que cuando era pequeña le había arrebatado a su único amigo y que de paso había dejado cabida para que en aquel sitio espantoso con olor a antisépticos y medicinas también se atrevieran a experimentar con ella. 

Aunque era un ejemplo de ser humano sano. 

Aunque era su hija. 

Era el aroma del ser que habiéndola dado por muerta, la sacó del hospital y la dejó a su suerte. Probablemente sería lo único bueno que había hecho en su miserable vida, pero no se lo iba a agradecer ahora y probablemente no se lo agradecería nunca. 

Bajó lentamente las escaleras agudizando sus sentidos, una parte remota de su memoria le lanzaba dudas pertenecientes solo a una pequeña parte totalmente reprimida de la Valkyria que fue hace mucho. Se preguntaba si su padre la reconocería con su cabello ahora tinturado en rubio, con su estatura rozando los dos metros, aunque pasaba desapercibida entre sus colegas y estudiantes quienes ante el inminente cambio en sus genes ahora sobrepasaban las estaturas promedio del metro noventa. 

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