Capítulo 2

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El dolor de cabeza que parecía salirse de control, llevó a Valkyria a sentir en su estómago un nudo que rápidamente se transformó en unas ganas incontrolables de vomitar. 

Afortunadamente se encontraba fuera de la casa, por lo que no le fue difícil girarse hacia la entrada del bosque y recoger su cabello mientras expulsaba todo lo que llevaba en el estómago. Cuando finalmente éste fue descargado y como las ganas de vomitar no se saciaban, resultó expulsando una baba verde, probablemente bilis. 

Vomitó hasta que sintió que su estómago se pegaba a la pared abdominal y hasta que no le fue posible mantenerse en pie. El aroma del doctor Amdahl hacía mucho tiempo había desaparecido y teniendo en cuenta su estado febril comenzaba a cuestionarse si realmente había tenido dicha visita. 

Sin embargo, con constancia, mientras estaba tendida en el pasto, sentía que era observada, aunque esto no fue impedimento para que se quedara dormida. 

Cuando despertó, el crepúsculo de tonos rosas pálidos a penas despegaba en el horizonte, lo que se le antojó una buena imagen para pintar teniendo en cuenta el contraste que se lograba con los tonos verdes oscuro de los altos pinos y campos que se podían observar aún desde la lejanía.

 Entonces recordó.

Debía ser la alucinación más realista que había tenido hasta el momento y agradecía enormemente su soledad pues en todos sus años de práctica nunca llegó a pensar que pudiese tener una decaída tan fuerte como la de la noche anterior. 

Sentía vergüenza puesto que pensaba haber superado aquella etapa de miedo y desesperación y lo que había vivido la noche anterior solo le recordaba que aún era débil, no físicamente y ni hablar de su capacidad cerebral, pero tenía sentimientos humanos y eso era suficiente para caer tan bajo como lo había hecho tan solo hacía una horas.    

Finalmente pudo ponerse en pie, estaba débil y tenía hambre, sin contar con el dolor agudo que parecía traspasar su cabeza de lado a lado impidiéndole procesar toda la información que había guardado en su cerebro a lo largo de los años. Sus impulsos primitivos solo le pedían comida y la parte pulcra que le caracterizaba le pedía un baño con urgencia. 

Aunque su avance lento y desequilibrado se bloqueó completamente cuando logró llegar a la entrada de su casa. 

La cadena pesada y gruesa seguí allí y aunque su mente le lanzaba miles de alarmas para que entrara e hiciera lo que se suponía era importante, en tan solo un instante se vio recogiendo la cadena y siguiéndola justo como recordaba la noche anterior. 

Trató de meterse en su mente que tras la esquina no encontraría nada, que probablemente durante su etapa de alucinatoria había puesto la cadena allí con el fin claro de mortificarse ella misma o darse una esperanza, teniendo en cuenta lo que recordaba que estaba atado a ella, pero al girar en la esquina lo vio.

Olvidó por un instante lo que era respirar e inclusive parecía como si de repente la tierra a la que se mantenía anclada hubiese desaparecido. 

Seguía allí, parecía dormido, pero cuando ella intentó dar un paso más, instintivamente él retrocedió arrastrándose aún más hacia la pared, como si pudiese fusionarse con ella.

 —¿Viggo? 

Inconscientemente y aunque el cabello enmarañado no le dejaba a la vista la cara, Valkyria estuvo segura de que tenía su atención. No sabía qué pensar o qué sentir. 

Había dicho su nombre por acto reflejo a pesar de que se había convencido que lo de la noche anterior había sido solo un sueño, pero estaba segura. 

Los latidos de su corazón ahora desbocados solo confirmaban de manera inconsciente que no podía equivocarse, que lo ocurrido la noche anterior no era solo una pesadilla y que ahora sin pensar se encontraba al borde de un abismo que amenazaba con quebrantar la estabilidad y rigidez mental que se había auto impuesto. 

—¿Viggo? ¿Me recuerdas?- nada más dejar salir la pregunta, se sintió estúpida. Era improbable, e incluso podría decirse que hasta imposible, teniendo en cuenta que una vez se alterara el ADN  y el humano tomara el control, el donante pasaría a ser historia. 

Sin embargo ella era la prueba clara de que podía existir una excepción.

Valkyria no había logrado vencer la fuerza de Abril, su donante. Pero eso no significara que ella tuviese el control. 

Lo que había sucedido podría fácilmente definirse como una fusión perfecta en la que ambos genes dominantes lograron acoplarse y coexistir. 

Y aunque por la mente de Valkyria se asomó esta hipótesis comprobable, la desechó inmediatamente argumentando que Abril era una especie totalmente desconocida. 

Al igual que Viggo.

Su mente era un torbellino de pensamientos que hicieron que la punzada de dolor que le había golpeado con anterioridad su cabeza, quedara francamente por lo bajo en comparación. 

Tomó su cabeza entre sus manos y cayó de rodillas ante el dolor inminente. 

—¿Aún luchas con ella?- Preguntó una voz profunda y varonil aunque la pronunciación era muy pobre para atribuirle  algún acento. 

—No- respondió ella sin atreverse a levantar la mirada- somos una. Pero algo sucedió anoche...

—Lo siento. Ese soy yo. 

Y así sin más el dolor desapareció. 

—¿Cómo es que...- viéndose libre del dolor que taladraba su mente pudo finalmente levantar su rostro. 

El chico se encontraba ahora bastante cerca de ella. — ¿Vas a hacerme daño? 

—Nunca pude y nunca podré- fue su única respuesta. 

—¿Por qué me llamas Viggo y por qué parece que te reconozco si nunca te había visto? 

—Podemos hablar de ello una vez te quite eso del cuello y entremos. Tengo hambre y frío. No me gusta estar aquí afuera así. 

Le resultaba complicado afirmar tales cosas, teniendo en cuenta que su donante parecía ser inmune al frío; la fuente de calor siempre estaba en su interior, aunque justo en ese instante parecía estar enferma, como si todas aquellas barreras inquebrantables que se veían ligadas a su nuevo metabolismo de repente ya no estuvieran. 

—Soy peligroso, por eso no debes quitarlas. 

Pero ella no obedeció, se limitó a extender su mano y aunque el chico en un principio parecía reacio a tomar una cercanía más personal, al final estuvo junto a ella y haciendo a un lado su cabello enredado dio cabida para que la cadena fuese desatada con toda la gentileza que Valkyria logró reunir. Era fácil encontrar un tipo de atadura como ésta cuya particularidad consistía en no dejar que el atado logre quitarla por sus propios medios. 

Valkyria y el joven eran cada vez más conscientes el uno del otro teniendo en cuenta el constante roce de los dedos con la piel de su cuello y cuando por fin la cadena cayó al suelo y ella fijó sus ojos eterocromáticos en los de su antiguo compañero y amigo, logró reconocer en su mirada el característico y familiar iris con el cual siempre le recordaba. 

—Lo lamento tanto- susurró tras unos segundos de mirada mutua y sin pensarlo dos veces le abrazó. No le importó su aspecto desaliñado, las múltiples heridas que tenía en su cuerpo, su ropa sucia o el aspecto intimidante que lograba en conjunto. Era su Viggo y eso era lo que importaba. 




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