Voy tocando la pared con mis dedos lentamente, y mi bastón de un lado hacia otro. Derecha, izquierda, derecha, izquierda...
-¡Eh tú, apártate! -grita un chico a la vez que me da un empujón.
Sorprendida tras su empujón, caigo al suelo, al mismo tiempo que me golpeo la cabeza con unos de los buzones colgados en las puertas. *Culpable yo por ponerme cerca de la pared*. -Pienso. Alzo mi mano hacia mi cabeza para tocarme la herida, solo he sentido un poco de dolor. Noto mis dedos algo húmedo.
-¿Por qué hacéis eso? -Escucho en la lejanía.
-Oye, ¿estás bien? -me pregunta un hombre mientras alcanza mi brazo para ayudar a levantarme.
-Sí gracias, solo me duele un poco la cabeza. -Le explico.
-Oh vaya, tienes sangre, deja que te ayude. -Dice el hombre.
Noto algo en mi cabeza, y presión para cortar la sangre.
-¡Debería de daros vergüenza! -grita una mujer más cercana a nosotros.
-¿El qué debería darnos vergüenza exactamente?. -Pregunta el chico a la mujer.
Escucho la conversación mientras el hombre me ayuda a levantarme y me presiona la herida. Las voces de los chicos me parecen familiares, no sé por qué pero creo que los conozco.
-¿De veras tengo que explicártelo?. -Insiste la mujer.
-Le habéis dado un empujón diciéndole que se aparte, ¿algo más?. -Dice la mujer.
-¡Pues que se aparte!. -Exclama el segundo chico con tono burlón.
-¡Es ciega!. -Grita la mujer.
*Y los reconocí* -pienso. Son Marcos y Óscar, los mellizos de mi instituto, bueno, de mi antiguo instituto, dado que me salí de aquel infierno. Ahora tengo estos tres meses de verano para saber a que otro instituto me traslado.
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Cuánta Oscuridad
Proză scurtă¿Nunca hemos pensado en cómo seria una vida sin oscuridad?, ¿sin peleas?, ¿sin insultos?. Nuestra personaje Claudia, una chica de tan solo 15 años, que os contará su dura vida siendo ciega, y entre otras situaciones. Es una pequeña historia.