Capítulo VI

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El señor Robert Hill estaba comprobando los números de las cuentas que eran parte de la herencia de los jóvenes Rodbone, en esa tarea había durado más de cuatro meses, haciendo el trabajo al junto de sus ayudantes, que había contratado para ese propósito, fue de gran sorpresa para él, cuando encontraron ciertas anomalías en las cuentas del ferrocarril, así en lo que se refería a la naviera, por esa razón consultó al señor Mellor:

––No sé qué hacer Rob, más me gustaría que se aclarara todo, deseo entregar a esos jóvenes la cuenta clara de su herencia.

––Las anomalías, señor, no es de ahora, se están produciendo desde hace algunos años.

––¿Cómo así Rob?

––Hay muchos gastos que no concuerdan con la construcción, con el pago de los empleados y demás, últimamente hasta hay una residencia en Londres que está a nombre de una dama, que está en los gastos, así como joyas y extravagancias de vino costosos.

––Creo que debemos aclarar eso, más una cosa sé, es que las personas que administran la inversión de los jóvenes, no deben continuar haciéndolo, usted se encargará de administrar todo, informe usted a esas personas.

––Lo que ocurre señor Mellor es que las personas encargadas de administrar la herencia de los señores Rodbone, es una compañía que está administrada por el señor Draker.

––¿El caballero que se enlazó con la señorita Milton?

––Sí.

––Pero no comprendo, ese caballero no es creyente, cómo permite algo así en su compañía.

––No lo sé señor Mellor, más eso hace las cosas más difíciles.

––Sí, muy difíciles.

El señor Mellor se puso de pie, caminó pensativo de un lugar a otro, sin más indicó:

––Usted debe enfrentar al caballero, ya que, si él sabe que ahora son personas conocidas las que están al cargo de la herencia y el patrimonio de mi amigo Rodbone, querrá apelar a nuestra amistad. Si las propiedades e inversiones fueran nuestra, las cosas serían distintas, más son de unos caballeros que están a mi cargo.

––¿Qué sugiere usted que haga?

––La reunión de inversionistas es dentro de cuatro meses, usted asistirá en representación nuestra, hablará con el señor Draker de que las inversiones serán retiradas de su oficina y tratará de que el caballero no se entere de que ahora, somos nosotros los albaceas de la herencia.

––Pero, ¿y si me insiste?

––En ese caso envíemelo, ya estaré preparado para confrontarlo.

––De inmediato haré los preparativos para poner todos los papeles en orden, para cuando llegue la hora de partir a Londres.

Cuatro meses después, el señor Robert Hill llegó a la impresionante oficina Draker, en Londres.

Una dama muy bien vestida, lo miraba de arriba abajo como quién ve un animal de especie rara, pues no estaba vestido con esos costosos trajes que ahora estaban a la moda.

Un caballero se le aproximó:

––El señor Draker está en una reunión caballero.

––Lo esperaré.

––Sí usted gusta, deme su nombre.

––El señor Robert Hill de Chervach, Somerset.

––Le informaré al señor.

Improvisto Amor 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora