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Gabriel tiró de la manta y se tapó hasta el cuello temblando, tenía mucho frío y no quería levantarse de la cama, aunque no era necesario, debía porque estaba muriendo de hambre.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las quejas de Sam, quien se encontraba a su lado, de que no tenía demasiada frazada.

—Lo siento.- Murmuró Gabriel.
Eran las siete de la tarde y se habían acostado para mirar una película pero habían terminado dormidos.

—Está bien.- Sam se giró y se acostó de costado mirando a su amigo.
Gabriel lo miró y vio como su nariz y manos se tornaban rojas por el frío. Sintió lástima por él, le estaba quitando toda la frazada y no había demasido lugar en la cama para los dos, y estar los dos en cada punta no los favorecía.

—Ven aquí.- Habló el más chico.
Sam levantó una ceja, ¿A que se refería?
—Que vengas más cerca.- Aclaró Gabriel al notar la mirada interrogante de su amigo, levantó un poco las sabanas para que su amigo pudiese moverse.
Sam se movió un poco y terminó cerca de su amigo rozando sus narices.
Gabriel tragó con nerviosismo. El otro chico pasó su mano por la cintura de su amigo y luego todo su brazo, lo abrazó y juntó sus frentes cerrando sus ojos.
Los chicos nunca habían tenido ese tipo de cercanía y se sentía comodo.
Sam dejó un beso en la frente de Gabriel y por fin logró dejar de temblar, al igual que su amigo.

Así durmieron toda la tarde, no fueron molestados por nadie, eran ellos dos solos, disfrutando el momento.

Say cheese! ; SabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora