Valencia

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ZOE

Terminé de hacer las maletas. Y salí de casa. Me tomé un tiempo para asimilar que ya no volvería más. La verdad es que no iba a echarlo de menos. Aquí no me quedaba nada. Ni amigos, la gente de aquí me da asco. No me llevo bien con nadie y todo el mundo me toma por una puta por hacer lo que yo quiera con el tío que quiera. Ni si quiera familia.
Mamá siempre ha estado orgullosa de Paige y Rels. Y en más de una ocasión lo ha dicho. Pero nunca de mí. Una vez la oí decir que era una vergüenza para ella, para la familia. Nuestras discusiones no son normales la verdad. Me ha llegado a llamar de todo, pero cuando digo de todo es de todo. Calienta pollas, puta, zorra, guarra, fresca, niñata, gilipollas...

Venga Zoe, deja de pensarlo, comienza una nueva etapa en tu vida y va a salir bien. O eso me decía a mi misma para tranquilizarme.

Joder, que llego tarde. Como siempre.
Me tocó correr pero llegué antes de que se fuera el bus.
-Por favor, un poco de orden, quiero a todo el mundo en fila con el billete en la mano- gritaba el conductor.
No me jodas. El billete, me lo he dejado en casa. Joder. Por suerte tenía una foto del billete y lo que miraba el conductor era el código.
-Perdone... Yo no tengo el billete, me lo he dejado en casa pero tengo una foto por las dos caras, el cod...- le estaba diciendo pero me interrumpió.
-Lo siento, sin billete físico no puede subir-.
-¿Qué? Pero si usted sólo mira el código y le estoy diciendo que yo lo tengo en una foto...- le dije lo más amable posible.
-Señorita bájese del autobús por favor- dijo seco.
-No, no puedo perder este bus, llegaré tarde a la entrevista de trabajo, por favor...-.
-¡Que se baje la he dicho!- me gritó.
El grito llamó la atención de todo el mundo allí, el silencio inundaba él autobús mientras todos los desconocidos me prestaban atención a lo que iba a hacer.
Cogí las maletas y bajé de allí.
A tomar por culo Valencia, genial. Y ahora qué. Sin casa. Sin dinero. No pienso volver a casa. No daré esa satisfacción a mi madre de volver con el rabo entre las piernas.

Y de repente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora