Make me your queen

13 0 0
                                    

La puerta de clase se abre y por ella entras tu, destacando como siempre y sin que parezcas darte cuenta de ello. Pasas por mi lado y me tocas el hombro, entonces te sientas y el profesor clava su mirada reprobatoria en ti. En ti, en tu conducta, en tu cabeza rapada, donde hasta ayer había habido pelo.

-¿Con que derecho se cree usted que puede entrar así a clase? Hemos empezado hace cinco minutos.

-Me entretuve hablando con el director sobre un tema con el periódico de la escuela, ¿hay algún problema?

Y así solucionabas tú todos tus problemas, con ese pasotismo altivo que te caracterizaba, no dejando que nadie se acercara lo suficiente como para morderte.

Ni tan siquiera yo.

Que yo creía en la amistad entre chicos y chicas hasta que llegaste tu, que me lo rompiste todo, y por más que lo intente no puedo mirarte con otros ojos, pero de tu parte solo recibo eso, palmadas en el hombro que subrayan el ya subrayado título de: mejores amigos.

¿Por qué te habrías rapado la cabeza? Tampoco es que me hubieras comentado que pensaras hacerlo, por lo tanto nos pilla a todos por sorpresa.

-¿Tienes un chicle?- me preguntas dándome un toque en el hombro, de nuevo.

-No, se me han acabado- digo girándome ligeramente.

-Bueno y ahora usted hablando. Estoy harto de vosotros, siempre estáis igual y hoy no pasaremos por esto. Fuera de clase, los dos. Ahora.

Aún estando castigado, no podría haber tenido más buena suerte. Me levanto con entusiasmo, intentando que no se me note, y me dirijo a la puerta, pero al girarme para ver si me sigue veo que no, que se ha quedado sentada. Ahora seguiré caminando, luego ya volveré a coger los pedacitos rotos de mi corazón que se han caído en medio de clase.

-Usted también, ¿es que acaso no se incluye en el plural? ¡Fuera!

Estruendo de la silla al moverse, pasos enfadados, coge la puerta y pum. Portazo.

-Me tiene manía, por más que digas que no es cierto.

Se sienta a mi lado y se queda mirando la pared de enfrente nuestro. ¿Si dejo de respirar mi corazón dejará de batir tan fuerte? Porque a este paso se pensará que me está dando un ataque al corazón. Que no lo descartaría.

Estoy en un punto de autoconsciencia que hasta me incomoda la posición de mi boca, de mis ojos, me incomoda la cara y el cuello, y la garganta. Me incomoda la garganta y ya no se ni como ponerme para que se me pase. Y ella esta tranquila, o eso parece. Ojalá se sintiera como yo. Ojalá fuera tan consciente como yo de los cuatro centímetros que separan su mano de la mía. Seguro que en su mente está insultando al profesor.

-Está cansado por su trabajo, no creo que tenga manía a nadie- digo, intentando recuperar la conversación.

-Pues yo creo que me mira mal- me río porque no creo que sea cierto. Porque me hacen gracia sus ganas de revolución constante.

-Estás calva.

-Estoy muy calva. Fue un pronto, necesitaba hacerlo. ¿Te gusta?

-Me encanta, pero podrías habérmelo dicho, te hubiera ayudado a hacerlo.

Y se ríe. ¿Hay manera de mostrar más desinterés? Porque yo creo que no.

-Paso de quedarme aquí- dice levantándose- ¿te vienes?

-Eh...- ¿ir o no ir, esa es la cuestión? - paso- porque paso de estar más rato con ella, aguantándome las ganas de decirle cuanto me gusta.

- Como quieras. Si pregunta invéntate algo.

-Claro.

Y se va.

Cojo el recuerdo y me lo coso al corazón. Me recreo en las palabras dichas. En las que no se han dicho. En que podría ir ahora con ella y besarla. O intentarlo. O mejor quedarme aquí porque para que molestar si todos sabemos que no le gusto. Y quiero saber a donde irá, pero solo admiro lo hermosa que es. Lo que me gusta su cerebro, me gusta tanto que desearía poder lamerlo. Porque eso es lo que se debe hacer cuando amas la mente de alguien, nada más. Déjate de besos y mimitos, lancémonos todos a lamer cerebros hermosos.

Suena el timbre de fin de clase y el pasillo se llena de gente. Ahora todos piensan que la he liado y por eso estoy en el pasillo.

Yo solo no tenía chicle.

-----------------------------------------------------------------------

Para escribirla escuché la canción Make me your queen, de Declan Mckenna (<3), y salió esto. ¡Espero que os guste esta pequeña historia!

Recovecos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora