CAPÍTULO 1

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Era un caluroso viernes por la noche, un pelirosa aún se encontraba en la academia de danza de su mejor amiga, dando sus clases a sus pequeños estudiantes.

Sus movimientos eran lentos. Meticulosos. Era como un pequeño gato que daba cortos pero sensuales pasos. Se inclinaba grácilmente a la altura de los diminutos bailarines para ayudarles con cualquier dificultad que tuvieran.

La clase estaba por terminar por lo que algunas madres se mantenían a la espera, sentadas en una larga banca de madera junto a la puerta. Las pocas que ya se encontraban allí, en especial las más jóvenes, miraban con ojos hambrientos al apuesto bailarín. Seguían cada movimiento como si fuesen un depredador a punto de atacar, apreciaban cada gesto y casi ronroneaban en cada ocasión en que él las miraba y sonreía con cordialidad.

Mirando de soslayo el reloj en una de las paredes, BaekHyun se dio cuenta de que la hora por fin había acabado, por lo que se acercó hasta el reproductor en el que tenía conectado su teléfono y lo apagó. Mientras comenzaba a despedirse, sonrió enternecido al sentir a los más pequeños colgándose de sus piernas, renuentes a marcharse. El profesor de danza era apreciado y querido por los pequeños estudiantes, puesto que se empeñaba siempre en tratarlos con amabilidad, e incluso en ocasiones llevaba algunos cuantos dulces a la clase cuando consideraba que los pequeños merecían un premio.

Todos y cada uno de los estudiantes fueron saliendo de la mano de sus madres, quienes se despedían con una sonrisa, aunque claro había sus excepciones, alguna que otra madre se animaba a acercarse para coquetearle descaradamente, sin ningún tipo de pudor, ni siquiera porque sus hijos estaban presentes. Si tan solo ellas supieran. BaekHyun era un declarado homosexual. Y por más que algunas de las madres fueran bastante atractivas, a él le iban los tipos grandes y rudos.

Desplomándose en el piso, se extendió en su metro setenta y siete y respiró con cansancio. Toda esa semana había sido pesada. Había un par de niños nuevos que debían incorporarse al nivel de los demás en cuanto al baile y eso era más trabajo de lo debido. Debía prestarles más atención que a los demás e incluso un par de veces se quedó un rato más con ellos.

—¿Tan joven y ya quejándote como un anciano?— alzó la cabeza para encontrarse con la expresión divertida de su mejor amiga.

—No estoy quejándome como anciano.— frunció el ceño, dando a la rubia una expresión bastante chistosa. Para Wendy, y para muchos otros, el bailarín no era más que un lindo chico que deseabas tener bajo el brazo y evitar que nada le sucediese. Era tan lindo, aunque él se negara rotundamente a ello.

—¡Por supuesto que sí!— se acercó a él y se desplomó a su lado, ambos mirando la lámpara del techo como si fuera lo más interesante del mundo— ¿Qué te pasa hoy?

—¿Ah? ¿A qué te refieres?

—No sé. Hoy has estado actuando extraño. Incluso anoche cuando te llamé, sonabas extraño.— ella frunció el ceño mirándole.

—No sé...— se incorporó, quedando sentado sobre el piso, observando su reflejo en las paredes de espejos— Ayer, me pasó algo.

—¿Qué cosa?— una sensación de preocupación se instaló en ella. Se incorporó mientras inspeccionaba con la mirada al de cabello de algodón. No era broma, el chico despertaba un tipo de instinto maternal, y lo extraño era que ella era menor a él— ¿Algo malo? ¿Te pasó algo? ¿Estás bien?— BaekHyun viró los ojos con cierto fastidio.

—Nada mamá. Estoy bien.— usó ese tono cansino que la rubia despreciaba, cosa que le hizo fruncir el ceño.

—¡Oye! ¡Todavía que me preocupo por ti! ¡Ingrato!— se cruzó de brazos, fingiendo enfado— ¡Pero cuéntame!— en cuestión de segundos la rubia cambió su postura. Sí,  BaekHyun creía que su mejor amiga estaba loca pero eso le encantaba. Era ella misma, sin intentar fingir que podía caerle bien a todo el mundo.

ATYPICAL PRINCESS  [CHANBAEK~BAEKYEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora