CAPÍTULO 2

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Aquella rubia de esbelta figura sólo podía presenciar la graciosa escena frente a sus ojos. Una sonrisa bailaba en sus labios y una carcajada reclamaba por salir desde el fondo de su garganta.

Jamás, ni en sus sueños más remotos, pudo haber imaginado que su querido y mojigato hermanastro terminaría ofreciendo su humilde ayuda a su mejor y querido amigo, BaekHyun, quién le miraba asombrado con aquel par de ojos caramelo. Las tersas mejillas del bailaríin se habían teñido de un muy hermoso y difuminado color rosa que hacia una perfecta pareja con sus sedosos cabellos.

Wendy pudo notar cómo su hermano se inclinaba levemente sobre la motocicleta, sin ser plenamente consciente en la expresión de su mejor amigo. Sí, en ocasiones su hermanastro podía llegar a ser tan lento.

—¿Tuviste antes problemas con tu motoneta?— de nueva cuenta, ella no supo exactamente si debía huir del lugar y carcajearse sin exponerse a la ira de BaekHyun o si debía quedarse, hacer todo lo que pudiera para no reír y tratar de que el momento dejase de ser tan malditamente vergonzoso para el pelirosa.

—Los tuve.— alcanzó a murmurar el más delgado— Mi motocicleta ha estado fallando y no he podido ir a ver a un mecánico. Todo está en el alternador.

—Alternador.— silbó bajo el pelinegro— Claro.

—BaekHyun, querido...— la rubia se acercó a donde ellos y miró a su mejor amigo mientras éste alzaba una de sus delgadas y claras cejas— Mi hermanito no tiene idea de lo que hablas, a decir verdad yo tampoco.— frunció los labios.

—¿De verdad?— los acaramelados ojos se fijaron en aquellos oscuros. Una pequeña y tierna arruga apareció en el entrecejo del de cabellos de algodón mientras observaba cómo aquel alto y apuesto hombre le miraba apenado. Bueno, algo tenía claro, el pelinegro no tendría idea alguna sobre su motocicleta y por lo visto, de ningún otro vehículo.

—Lo siento.

Una sonrisa apenada apareció en los delgados labios del mayor, quién no pudo hacer otra cosa más que carraspear un tanto incómodo con la situación. Miró a su costado y su hermanastra se mantenía con una dulce expresión divertida. Claro, la rubia siempre terminaba burlándose de lo que le pasaba. ¿Cómo es que siempre acababa en situaciones de ese tipo?

Aclarándose la garganta, volvió la mirada a aquellos ojos de color caramelo derretido, quién al parecer estaba tan o incluso más apenado que él. ¡Y cómo no! Primero se habían besado sin siquiera conocerse, y ahora estaban allí, callados, sin decir nada inteligente.

—Tendré que llamar a un taxi.— murmuró el menor mientras buscaba en su mochila su teléfono móvil.

—¿Y dime dónde conseguirás un taxi a esta hora? ¡Es tardísimo!— la de cabellos color oro agitó sus manos exageradamente, logrando que su hermanastro torciera los ojos e hiciera un gestó grotesco con los labios.

—No lo sé. Debe de haber alguno.

—¡Por supuesto que no!— la rubia chilló, logrando que el pelinegro apenas y se estremeciera por aquella voz chillona y aguda— Haremos esto. Dejarás aquí tu motocicleta y mañana llamarás a un mecánico para que venga por ella y la arregle.

—Bien, señorita genio.— el bailarín apoyó sus brazos contra la motocicleta mientras miraba interesado a su amiga— ¿Y cómo llegaré a mi departamento?

—¡ChanYeol  y yo te llevaremos!— gritó feliz, atrayendo la completa atención del mayor de los tres.

—¿Lo haremos?— se apuntó a sí mismo mientras fruncía levemente las cejas en una expresión tonta.

—¿Ves a algún otro ChanYeol  por aquí?— la rubia frunció los labios en un gesto juguetón— ¡Anda BaekHyun! Tu departamento queda de paso a casa de mis padres.

ATYPICAL PRINCESS  [CHANBAEK~BAEKYEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora