I - Then

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Then: 8 YEARS OLD

"¿Te estás concentrando con fuerza en el recuerdo feliz?". "Sí..." contestó Harry, obligando a su mente a que retrocediese hasta aquel primer viaje en escoba. "Expecto patrono, no, patronum... perdón... ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!"

La risa de Justin irrumpió su lectura, por lo que Helena levantó la vista del libro y la posó en él.

—Suena como tú tratando de aprender las tablas de multiplicación — Se burló el niño.

Ella bufó. —¡Bien! Ya no voy a leerte, Justin. Ni siquiera estás prestándome atención — Se quejó.

—¡Sí que te presto atención! — Se defendió él. —Por favor, continúa... Me gusta escucharte leer —Murmuró.

Una sonrisa de satisfacción apareció en los labios de Helena, y se dispuso a continuar narrando la historia, mas dos golpes en el marco de su puerta la alertaron. Tris, su madre, y Pattie, la madre de Justin, estaban en el umbral.

—Cariño, es hora de ir casa — Anunció Pattie a su hijo.

Un gimoteo destinado a expresar una queja abandonó los labios del aludido.

—¡Pero, mamá, aún no hemos terminado el capítulo!... ¿Puedo quedarme a dormir hoy? — Preguntó, esperanzado.

—Ya te quedaste la semana pasada, Justin... — Repuso ella.

—A mí no me molesta — Intervino Tris —Además, Helena se quedó en tu casa ayer. Es justo que hoy tenga que soportarlos yo — Bromeó, haciendo reír a su amiga.

Helena y Justin se miraron uno al otro e intercambiaron una sonrisa que delataba complicidad. Tres años atrás, Justin y sus padres se habían mudado a la casa situada junto a la de Helena. Desde la primera presentación entre los vecinos, ambos niños (en ese momento, de cinco años de edad) se habían vuelto inseparables. No había día en que no estuvieran juntos, escalando árboles, jugando al fútbol, viendo películas, nadando en la piscina de Helena, corriendo junto al perro de Justin, andando en bicicleta, conversando, leyendo; cualquier actividad que sus creativas mentes ideaban hacer, la hacían juntos.

—¿Necesitas que traiga algo aparte de tu pijama y tu cepillo de dientes, cariño? — Inquirió Pattie.

El niño asintió: —Mi juego de cartas y mi helicóptero a control remoto.

—Bien — Concordó su madre, alejándose de la habitación por el pasillo junto con Tris.

—¡No te atrevas a intentar golpear mi cabeza con ese helicóptero otra vez, Justin! — Advirtió su amiga.

La diversión dibujó la expresión de él mientras sonreía y negaba con la cabeza.

—Por supuesto que no, Lena — Prometió, mientras cruzaba los dedos detrás de su espalda.

La noche avanzó y la madrugada llegó. A pesar de ello, los dos amigos aún se encontraban despiertos, sentados sobre la alfombra del cuarto, concentrados en la película que la televisión emitía en ese instante y en comer los caramelos que habían hurtado de la cocina.

—¿Tienes miedo, Lena? — Susurró Justin, acercándose a su amiga para que escuchara su pregunta.

Ella negó con su cabeza, pero sus ojos estaban muy abiertos mientras observaba la imagen de aquella espeluznante historia.

—¿Estás segura? — Insistió.

En esa ocasión, ella asintió, y justo en un crucial momento de suspenso donde el protagonista del film estaba a punto de ser asesinado, la puerta de la habitación se abrió y Helena soltó un potente chillido, saltando en su lugar.

El padre de la pequeña se asomó y descubrió a su hija escondiéndose detrás de Justin, mientras éste se reía a carcajadas.

—Niños, es hora de dormir — Instó.

Helena pareció relajarse al ver a su progenitor y asintió, sus mejillas tornándose rosadas en un claro indicio de vergüenza.

Ambos obedecieron. Apagaron las luces y la televisión antes de acostarse en la cama, tapándose con un acolchado rosa. A pesar de que el colchón era de dos plazas, ellos se acomodaron del mismo lado, buscando la cercanía del otro para poder conversar en murmullos sin ser oídos.

—¿Crees que logre pasar el examen de matemáticas? — Indagó ella, nerviosa.

—Claro que sí, Lena. No te preocupes por eso — La confortó su amigo.

—Pero no soy tan buena con los números.

—Eres la niña más inteligente del salón, con un poco de práctica, los dominarás — Garantizó él.

—No soy la más inteligente. Katie Harrison saca mejores notas que yo.

—Katie Harrison puede besar mi trasero.

Helena dejó salir unas cuantas carcajadas silenciosas ante las palabras de su mejor amigo y Justin sonrió ante el tenue sonido de su risa.

-TatiaBriggs-

Por La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora