Conexión

370 12 0
                                        

Días habían pasado y Sofía se sentía algo culpable por no haber consolado a Sam, en esos mismos días, después de Emily enterarse de que Sam les había dicho quienes eran ellas en realidad, ella y su grupo de amigas frecuentaba el lugar en donde siempre Sofía estaba solo para amenazarla y hacerla quedar en ridículo.

Un día Sofía estaba en la cafetería, haciendo la fila para tomar su almuerzo, en eso llega Emily junto con Ema y tropiezan con ella haciendo que su comida, bastante caliente, se le derramara toda en el pecho y su uniforme, así nuevamente quedando en ridículo antes todos.

¿Acaso no te hartas de joderme tanto la vida? —Dijo Sofía mientras las miraba a los ojos— ¿Qué te he hecho? Sólo dejame en paz! No puedo ir a ningún lado que ahí estás tú y tu grupo de amigas! De favor te pido qu-

Emily caminó hacia Sofía y la tomó por el brazo, la empezó a halar bruscamente y mientras lo hacía decía;

¿Ven a esta que está aquí? Ella es una estúpida más, mirenla, acaso creen que ella es lo suficientemente importante para que siga con vida? —apretaba su brazo más fuerte haciendo que Sofía soltara pequeños gemidos de dolor— Diganle, TODOS, de una buena vez que termine con con su asquerosa vida, no es necesaria entre nosotros.

Mientras Emily decía eso, lentamente las lágrimas de Sofía bajaban por sus mejillas, si hubiera un poco de silencio en ese instante se podría escuchar como su corazón se partía en mil pedazos, su corazón era tan frágil, más frágil que el pétalo de una flor bañado en el rocío de la mañana. Se sintió débil, Emily la haló una vez más y sus rodillas dieron contra el suelo, no le restó hacer nada, solo un leve sollozo se escuchaba saliendo de su pecho.

Después de esa escena, las puertas de la cafetería se escucharon abrir fuertemente, Sofía no quería alzar la mirada pues le habían quitado en ese instante todo su orgullo, todo estaba tirado en el suelo, hasta la última pizca de esperanza de que alguien sacara cara por ella y la defendiera, pero nadie, ni uno sólo hizo nada, solo se quedaron ahí, burlándose de su situación.

Cuando de repente sintió una mano en su hombro, cuando se dignó a mirar era Sam, mirándola con ojos llorosos.

Un latido pasó.

¿Acaso no te dije que te alejaras de ellas...? —dijo Sam mientras la miraba detenidamente—

Y ahí estaba ella, de nuevo, la volvió a ver, pero en las peores circunstancias.
Esta vez vestía una sudadera roja, pantalones hasta la rodilla zapatillas color marrón y su pelo levemente recogido.
Su olor no era el mismo, era más fuerte, olía a una persona dominante, con aspecto rudo sin temor a nada.
El aura de ese lugar se tornó pesado, melancólico y gris.
Sam los miraba a todos por encima del hombro, preguntándose a si misma cómo ellos habrían permitido tal barbaridad, y con alguien que apenas llevaba meses en esa escuela, con alguien tan inocente y tan delicado.

¿Alguien me podría explicar que pasó aquí y cual fue la razón para que le hicieran esto?
Algo tan inhumano, algo tan bajo...

Acaso te debería importar esta basura, Sam? —preguntó Emily mientras se acercaba a Sam—

Me tienes a mi para lo que quieras... —Emily acarició la cara de Sam, con un toque apasionado y agresivo, mientras lo hacía una risa salía de la boca de sus amigas—

Los labios de Sam se presionaron y su mirada quedó en blanco, sin ningún tipo de respuesta.

Quita tu asquerosa mano de mi cara.

Y si no que harás? —dijo Emily con autoridad — tú eres otra mierda más, ¿que te crees, su príncipe azúl? Vete a querer a dártelas de héroe a otro lado, tu al igual que ella no sirves, no sirves ni para usarte y después tirarte, como lo que eres, una basura, tú y ella deberían matarse como hiz-

Sam la interrumpió, la interrumpió haciendo a Emily caer en el suelo, con una de sus manos apretando su cuello y la otra dándole bofetadas en la cara, mientras más Emily se quejaba más fuerte los golpes eran, un hilo de sangre bajó por la nariz de Emily cuando Sofía se abalanzó sobre Sam, separándola de Emily y quedando encima de ella, agarró su cara entre sus manos y con voz quebrantada le dijo;

Ya, por favor, es suficiente, dejala, son capaces de que un día entre todas te hagan lo mismo que le haces a Emily, no quiero que nada te pase, quiero hablar contigo y conocer más de ti, ya es la segunda vez que sacas la cara por mi, cosa que nadie había hecho, estoy sumamente agradecida contigo, olvida todo esto, sólo sacame de aquí, vámonos, adonde sea, sólo hazlo...no quiero que la primera persona que me protege se desvanezca de mi vida por protegerme.
—Sofía rodeaba sus pequeñas y cálidas manos sobre el rostro de Sam, tratando de hacerla reaccionar —

"No quiero que la primera persona que me protege desvanezca de mi vida"

Sam se encontraba cegada, pero al escuchar tan dulces palabras sus ojos fueron saliendo de las tinieblas en las cuales se encontraban, tan pronto reaccionó, lo primero que vio fueron los ojos de Sofía, apagados y llenos de temor.
Se quedaron  mirándose fijamente a los ojos por un instante como si nadie aparte de ellas dos existiera, los latidos de sus corazones al unísono era lo único que podían escuchar, en el momento menos indicado y menos esperado, hubo una conexión entre sus almas.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora