Un apretón de manos.

1K 85 11
                                    

-Las asiáticas... los hicieron pareja- Stan, ese chico depresivo y algo alcohólico, Stan, uno de mis mejores amigos, Stan, me había dicho eso, con su cara de preocupación tan característica de él cuando yo me involucraba en algún problema.

No lo ignoré, pero no es como si también le hubiera dado importancia. Sé que ni yo ni Cartman vamos a hacerles caso a las niñas asiaticas, sé que Cartman no siente nada y estoy super seguro que yo tampoco siento nada por él, así que solo daríamos rienda suelta a esos chismes y darles la espalda, como a todos nuestros problemas adolescentes.

Esos dibujos, esa tristeza fingida porque no estamos juntos, su obvia aversión hacia la novia de Cartman, Heidi, todo eso parecía estar fríamente calculado por las chicas-junta-niños para que nosotros cedamos y nos amemos, tal como lo hicieron con Tweek y Craig cuando eramos niños; sin embargo, esa es una cosa que ellas no tomaron en cuenta: nosotros no somos Tweek y Craig. No caeríamos tan fácil como ellos dos. Es más, jamás caeríamos en su juego de emparejamiento para complacer a sus pervertidas mentes, que nos profanan y ensucian nuestros nombres cual vagabundo haciendo mierda en todo el piso.

¿Y de todas formas, qué importaba? Algún día todas estas mierdas se acabarían tal como sucedió con Tweek y Craig... y ellos, imbéciles, siguieron con su farsa de amor.

Me dirigía a casa del culón, para arreglar un poco las cosas, hacer una especie de acuerdo o no lo se... algo que impida que nos convirtamos en aquello que juramos destruir; una relación amorosa entre dos de los peores enemigos.

Toqué la puerta y espere unos minutos antes de volver a tocar, pero no respondía.

-Estúpido culón- murmuré para mi. Ni siquiera se encontraba su mamá, pues de ser así ya me hubiese abierto.

Me convencí de que no iba a salir, pero justo cuando dí media vuelta...

-¿Qué haces aquí?- me preguntó, con su ceño fruncido, y fue mi orgullo el que se tragó un gritito de sorpresa y, mi cuerpo, un sobresalto.

-Cartman, debemos hablar sobre las... asiáticas- traté de decir lo más firme que pude. Bufó.

-Obvio que hablaremos de eso, pero dejame decirte que ni con tus tácticas judías y homosexuales me lograras convencer de actuar como algo que no soy; yo no soy marica como tú y si te sientes atraido hacia mi, lo cual sería súper raro, pues no puedes venir a hacerme una mamada de judío. Ve a hacerle eso a tu dios si quieres, pero a mi...- cerré mis ojos y arrugué mi entrecejo, algo fastidiado por sus palabras, mientras hacía un gesto con la mano invitandolo a cerrar su boca, lo cual, sorprendentemente, obedeció.

El silencio se coló entre nosotros cual agua en bote, a punto de casi ahogarnos en nuestra propia zona segura.

-¿Y bien?- preguntó tras un par de segundos. Abrí mis ojos y los dirigí a su mirada, buscando alguna idea o algo que no sea un insulto hacia mi persona o mi religión. No encontré nada.

-¿Y bien qué? Solo quiero que me asegures que no harás algo para que nos tachen de maricas...- hizo una mueca de desagrado, que de alguna forma me molestó; llené de aire mis pulmones y solté un ruidoso suspiro, continúe- y que nunca, NUNCA- remarqué la palabra- haremos caso a esas estúpidas fantasías de niñas locas.

Alzó una ceja en curiosidad y suspiró.

-Bien Kyle, bien... -miró el suelo, buscando palabras o que se yo- en primera, no se porque viniste a mi casa, yo no planeaba hacer lo contrario a mostarme tal y como soy... y te repito: no soy marica; en segunda, un simple mensaje hubiera...- le interrumpí.

Un mundo donde todo sea lejano (Kyman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora