"Sonará raro, pero tengo ganas de ver las estrellas." ―Laura.
Nos quedamos cinco personas encerradas en una misma celda. Una situación bastante extraña y, ciertamente, un poco tensa. Ellos tampoco parecen saber muy bien que sucede con esta situación. Empiezo a descartar, desconfiado por sucesos anteriores, que esto sea una prueba. Tampoco debería centrarme exclusivamente en ellos. Si esto es una prueba, quizás, lo peligroso ya está dentro de la habitación. Parece que ellos tienen pensamientos parecidos a los míos, aunque al yo estar dentro cuando llegaron, entiendo que gran parte de sus pensamientos se centren en mí.
―Perdona, ¿sabes algo de lo que está ocurriendo? ―me pregunta uno de los dos hombres que han entrado.
―No tengo ni idea de lo que sucede, me acaban de traer aquí. ―respondo tranquilamente mientras sigo mirando la habitación.
― ¿No serás el motivo por lo que hemos venido aquí? ―me habla en un tono despectivo el otro hombre.
―Lo dudo bastante.
―Es posible que esté aquí como nosotros. ―opina tímidamente una chica.
―No te relajes. ―le llama la atención la otra mujer.
La chica tímida se nota asustada por la llamada de atención, además de, por la situación. Siguen alerta, un poco por mí. No les culpo por tenerme esa especie de "miedo", yo también lo tengo por ellos actualmente.
―No hace falta estar tan tensos. ―El chico que habló primero llama la atención. ―Quizás él está aquí por las mismas razones que nosotros.
No me gusta esta situación de tensión, por mucho que sea por supervivencia. Empiezo a caminar por la celda comprobando los rincones. Debajo del sofá, la mesa, los baños a ambos lados del salón y dentro de las habitaciones debajo de las literas. Los otros no se mueven de la puerta mientras observo cada rincón de la celda. Por último, miro las colocaciones de las cámaras. Doy un suspiro relajándome y sentándome en una de las sillas de la mesa.
―Bien. Mi conclusión es, que estamos aquí como sujetos de una prueba en una convivencia. Tenemos camas de sobra, un baño cerrado a cada lado y un espacio común, todo, obviamente, observado por cámaras. ―les informo sin esperar que me crean, después de todo, el que haya llegado antes, es sospechoso hasta para mí.
Parecen pensárselo un rato. Noto las miradas de duda que me lanzan mientras cuchichean, además de una mirada de curiosidad que me lanza la chica tímida. Acaban de reflexionarlo y se dirigen hacia la mesa, sentándose en los asientos más lejanos a mí. Siendo una mesa con seis sillas, dos a cada extremo de la mesa. Justo al otro extremo está el hombre serio. Y la chica tímida, es la que está a mi lado izquierdo.
―Creo que deberíamos presentarnos, así podríamos liberar un poco el mal ambiente que tenemos actualmente. ―suelta la idea el chico hablador.
Presentarse. Es la segunda vez hoy que tengo que presentarme a alguien. Mi actual nombre solo son unos números que no significan nada para mí.
―Empezaré yo para que os animéis a hacerlo. ―dice despreocupadamente el propio que ha dado la idea. ―Me llamo Leonardo, pero llamadme Leo.
―Erica. ―muy cortante la que llamó la atención antes a la chica tímida.
―Yo...yo me llamo Laura. ―con dificultad, la chica tímida lo suelta.
Me miran expectantes, además de al hombre serio. Suspiro sintiéndome un poco molesto por no poder decir mucho de sobre mí.
―No recuerdo mi nombre. Podéis usar mi número, 082.
Todos quedan curiosos a la vez que un poco alerta por mi propia falta de conocimiento o quizás porque creen que miento.
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Flores de Sangre
General FictionLa desesperación. Dulce. Triste. Un lugar donde no hay posibilidad de encontrar la esperanza. No es de extrañar que nadie conozca su existencia, después de todo, tampoco hay lugar para la humanidad.