Capítulo 4: Quebrar

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"No aguantas ni una patada tan floja, que débil." ―S-013.

Me quedo dormido con aquel pensamiento. Despierto con un ligero dolor de cabeza en mitad de la noche. Me levanto de la litera y me dirijo al baño a refrescarme. Intento no hacer mucho ruido, no quiero despertar a nadie. Me estiro en el sofá. No sé cómo sería mi vida antes de que me atraparan, pero no consigo imaginar que tuviese la mitad de peligros de los que he tenido estos días. No estoy seguro de querer recuperar realmente mis recuerdos. Por alguna razón me aterra pensar en cambiar. Eso me recuerda el juego de Smith. ¿Por qué sería importante para él que recupere mis recuerdos? Quizás planea usarme para algún propósito y por ello necesita que tenga mis memorias de vuelta. Solo de seguir pensando en ello me dan más dolores de cabeza.

Me levanto del sofá y me pongo a hacer un poco de ejercicio sin hacer mucho ruido. Me relaja un poco hacer ejercicio. Cuando encienden las luces, voy al baño a refrescarme. No sé qué les costaría proporcionarnos una ducha. Al salir, veo que Robert ya está en su sitio en la mesa.

―Buenos días.

―Buenos días. ―me observa al darse cuenta de mi presencia. ― ¿Otra noche sin poder dormir bien?

―Le has dado en el clavo.

―Que extraño. ―Robert reflexiona ligeramente. ―Nuestra amnesia no nos está causando ningún tipo de dolor de cabeza.

No es ninguna tontería lo que está planteando Robert. Pensándolo, ellos también tienen amnesia, aunque sea en menor rango que el mío.

―Quizás es por la magnitud de la pérdida de memoria.

―Podría ser. Tampoco sabemos cómo funciona la amnesia que nos han inducido.

Me siento en mi sitio en la mesa. Apoyo mi peso sobre el respaldo de la silla.

―Buenos días a todos. ―sale muy animada Laura seguida por Erica.

―Buenos días, Laura, Erica. ―les saludo apropiadamente.

Robert les dedica un gesto como saludo y vuelve a sus pensamientos. Ellas se sientan en el sofá. Laura conversa con Erica, la cual, prefiere escuchar sin decir mucho. Durante la madrugada me vino un pensamiento sobre sus poderes. Intentaré confirmarlo durante el desayuno.

Leo se despierta después de un rato. Siempre se le pegan las sabanas. Aunque me gustaría saber cómo hace para despertar justo antes de que llegue el desayuno.

Nos ponemos a desayunar. Directamente, doy indicaciones para todos de que es comestible. Mientras comemos no hablamos mucho. Espero a estar prácticamente terminando.

―Tengo algo que me gustaría aclarar sobre vuestros poderes.

― ¿Qué tienes en mente? ―pregunta Robert interesado.

―Vuestros poderes tienen sus límites y condiciones, o algo parecido.

―Ya veo. En principio mi limite es ver con mi poder unos 10 minutos al día, si los sobrepaso, mi vista se pone borrosa. ―explica Robert.

―Yo puedo usarlo cuando quiera, pero no logro cerrar heridas muy profundas en otras personas. ―sigue Laura.

―Supongo que la distancia. Tengo que estar a unos 10 metros para poder cambiarme por esa persona. ―concluye Leo.

―Entiendo. Aun no sé muy bien sobre los poderes, pero es bueno tener presente un límite.

Con esta breve conversación, se queda un ambiente relajado. Es mejor que la tensión o el mal rollo que se generaba normalmente. Nos acabamos lo comestible del desayuno y llevo las bandejas acompañado de Laura. Me noto un poco somnoliento, aunque es algo normal. Empiezo a calentar para el entrenamiento con Leo. Eso me quitará el sueño.

Flores de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora