capítulo ix

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CAPÍTULO 09

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CAPÍTULO 09

LA MAÑANA DE ese jueves un poco ventoso Michael despertó con una sonrisa, raro de él ya que odiaba las mañanas con todas sus ganas.
Solo hubo una única razón. La confesión de Valentina, esa confesión que lo hizo querer gritar de emoción.

Le era un poco difícil recordar toda la noche anterior, pero de lo que estaba seguro es que en su casa no había dormido. Y no se sintió extraño de no hacerlo, creyó que había sido la mejor noche que compartió con una chica que realmente amaba.

Lejos de la habitación de ella se escuchó el revoloteo de la vajilla, por lo que Michael pensó en dejarla hacer sus cosas mientras él terminaba de desperezarse.

Al poner un pie fuera de la cama cubrió su sien a causa del incesante dolor de su cabeza. Pocas veces había sufrido de una resaca, pero esta vez parecía ser lo peor que podría haberle ocurrido.

Lo primero que hizo fue verse al espejo, el cual le permitió ver los restos de labial que él mismo le había rogado a su novia que se pusiera; ya que nunca la había visto con maquillaje.
El cosmético no había durado ni dos minutos en los labios de la rubia, debido a que su novio no pudo resistirse a dejarlo en donde debía estar.

Michael sonrió ante ese recuerdo, y para limpiar esa pintura roja rebuscó entre la caja de pañuelos que adornaba el pequeño tocador. Pero no consiguió tomar uno de ellos porque una foto posada en la superficie captó toda su atención.
Tomó entre sus manos el marco fino y frunció su ceño, analizando los tres rostros.

—¿Adrian?—soltó con sorpresa.

El mismísimo hombre que Michael había conocido y visto en más de una ocasión se encontraba presente en la foto. El padre de su mejor amiga sonreía abiertamente mientras se mantenía junto a dos rubias casi idénticas, una de ellas Valentina, nadie más que Adrian Serrano.

La puerta grisácea se abrió de repente, y el portarretrato se balanceó entre las manos del mexicano.

—¡Eu, cuidado con eso!—chillo Valentina, sin sonar muy enojada con él.

—Lo-Lo siento—murmuró Michael, volviendo a dejar el objeto en su lugar.

—¿Estás bien?—tomó su rostro entre sus manos—. Tenés una cara de traumado impresionante.

—¿Valu...Quién es?—señaló la foto con inseguridad en su voz.

—Mi papá ¿Por?

Michael sintió un nudo en su garganta, que había aparecido como por arte de magia, y aunque quería dejar de hacerlo quiso llegar al fondo de esto.

—¿Cuántos años tiene tu hermana?

—Veintiuno—respondió con el ceño fruncido—. ¿Qué tiene?

ice cream. ( michaentina )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora