•Libertad•

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Los pitidos se hacían cada vez más fuerte con el paso del tiempo, el Dr

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Los pitidos se hacían cada vez más fuerte con el paso del tiempo, el Dr. Hamada tecleaba en su ordenador algunos códigos mientras dejaba que esa detestable alarma le rompiera los tímpanos. Al rato, después de haber ingresado todo en la computadora, se levantó de su asiento y caminó hacia la zona. Ahí estaban sus bebes, sus preciados bebes, los que podrían llegar a cambiar al mundo. Reposando en sus tubos, con sus ojos cerrados y cuerpo expuestos. Según él, había hecho un gran trabajo. Para él, eran criaturas perfectas, las cuales podrían adaptarse tranquilamente al nuevo mundo.

El tercer llamado de la alarma le confirmó que ya era la hora, se acercó hacia unos monitores con emoción mientras frotaba sus manos con rapidez. Nunca pensó que llegaría a este punto, estaba más que emocionado, sentía su cuerpo vibrar. Y cuando bajó la palanca, supo en ese momento que lo había conseguido.

El agua de los tubos comenzaron a vaciarse lentamente, aquellas bellezas -según él- ya estaban tocando el suelo. Poco a poco comenzaron a abrir sus ojos inexpresivos, algo que cautivó en cierto punto al Dr. Hamada.

Miraban hacia sus alrededores, buscando algo como para entender el porqué estaban ahí. Las puertas de los tubos se abrieron de par en par dejándolos libres de aquel estrecho lugar. Salieron con pasos lentos hacia el exterior, sintiendo una extraña presión en sus pechos. El Dr. Hamada les explicó enseguida, esperando a que lo entiendan, la forma correcta de respirar.

Llamó a varios de sus ayudantes para que puedan proporcionarles ropa a sus, por así decirlo, hijos. Y luego de que todos tuvieran su muda de ropas, hizo que se subieran a unos carros para poder transportarlos hacia la siguiente habitación. Ahí los dividieron en varios grupos de tres para después sentarlos en filas.

Varios hombres y mujeres se acercaron a ellos con dos cajas, en la primera había un par de jeringas y en la segunda un pequeño frasco con un extraño líquido amarillo. Aquellas personas parecían estar muy concentradas en lo que hacían, para luego tomar los brazos de aquellos experimentos e inyectarles aquel extraño suero.

Fue en cuestión de segundos cuando sintió una gran descarga por todo su cuerpo, parpadeó un par de veces para poder aclarar sus ojos. Sentía que su mente iba a estallar, miles de imágenes se le pasaban por la cabeza. Miles de conocimientos adquiría.

Miró hacia su alrededor, hacia sus compañeros, los cuales estaban igual que ella. Era algo extraño, no podía explicarlo. Los chicos que estaban junto a ella, parecían tan conmocionados que ninguno sabía que decir.

—Suero 54 adquirido. —habló la mujer que les había inyectado.

—¿Sue...ro?—su voz salió amortiguada, volvió a pestañar un par de segundos, cuando se dio cuenta que había dicho su primera palabra-Sue-ro.

La mujer no dijo nada, tampoco expresó otra cosa que no sea una fina línea entre sus labios. Se alejó de ella, como si no quisiera estar cerca.

Se sentía extraña, todo aquel conocimiento que pasaba por su cabeza era abrumador. Se sentía sofocada por tanto, pero al mismo tiempo sintió curiosidad por todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

Human Experiment •BNHA x Oc•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora