Tener sentimientos, era de humanos.
Poder disfrutar de la vida, era de humanos.
Tener alguna habilidad, era de humanos.
La mayoría de la población mundial había desarrollado desde los cuatro años la capacidad para poder controlar un superpoder.
¿Per...
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Mueve sus manos de un lado a otro, luego tomaba un puñado de espuma y juega con ella. El agua estaba en su mejor punto, su cuerpo se sentía relajado. Recostó su cabeza sobre el borde de la bañera y cerró sus ojos. El tiempo había pasado volando desde que había entrado a la Academia Yūei, se había acostumbrado a su nueva rutina; había podido establecer una pequeña relación con sus compañeras de curso, Uraraka Ochako y Asui Tsuyu. Además de conversar de vez en cuando con Midoriya Izuku, el cual se mostraba tímido a la hora de hablar con ella; y con Mashirao Ojiro, el cual se había mostrado amable a la hora de prestarle sus apuntes para que ella pudiera copiar y así estudiar para los exámenes finales que se acercaban. Aunque era en vano, ya que ella reconocía todo y no le era necesario estudiar. Pero aún así, había aceptado solamente para relacionarse con alguien.
Tomó una toalla y salió de la bañera aún sintiendo su cuerpo relajado y cálido. Se seca y luego sale hacia la pequeña habitación del departamento, en donde después se lanza hacia la cama y observa el techo con aburrimiento. Faltaban un par de horas para que empezaran las clases, pero la vagancia le estaba ganando.
El ruido de la alarma hace que la saque de su mundo, gira su cabeza para ver que marcaba perfectamente las seis de la mañana y que su día comenzaba. Se levantó con lentitud y se dirigió a su armario para colocarse el uniforme, luego tomó la diadema limitadora y las unió a sus cuernos.
Cuando se dirigió a la cocina vio la caja en donde estaban los sueros, pero decidió dejar pasar un día a ver qué pasaba. Se sentó en el sofá de la sala y encendió la televisión, no había nada interesante, solamente unos dibujos animados que le hacían reír por las estupideces que hacían. Al final de la mañana, tomó su bolso y salió del departamento con una gran sonrisa, aún recordando el programa de televisión. Las calles estaban un poco desoladas, de vez en cuando se cruzaba con alguien de otro instituto o con aquel que iba a trabajar.
Al llegar a la estación se cruzó con uno de sus compañeros.
—Hamada-san—saludó.
—Todoroki.
El chico inclinó su cabeza y luego pasó, Eiko le siguió por detrás mientras buscaba su tarjeta para poder pasar.
—¿Cómo estuvo tu fin de semana?—preguntó.
Eiko se mantuvo en silencio antes de hablar. El fin de semana hubiera sido tranquilo de no ser por la inesperada visita de Nana y sus ex compañeros. Habían llegado de "visita" con el único objetivo de informarle que el Dr. Hamada tenía algo preparado para ella y que debía prepararse mentalmente.
—Estuvo bien, bastante normal. — respondió—¿Y el tuyo?
—Igual—dijo, pero Eiko percibió un tono mordaz. Pero aún así, no quiso indagar.
—Somos personas aburridas.
Ambos entraron al tren y tomaron asiento. Eiko estiró sus piernas mientras era observada por Todoroki.
