la niña

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LA NIÑA (#406 – 26/07/2017)
Relato basado en experiencias reales de Fanny Rivera
Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán.

Como te comenté en un relato anterior tanto mi familia como yo hemos trabajado en el IMSS desde que tenemos memoria. Yo soy enfermera y he podido ser testigo a lo largo de los años de cosas por demás extrañas y cosas a las que no les he podido hallar explicación. Esta en particular me sucedió en un hospital de Coacalco en el Estado de México. Me desempeñaba como asistente medica en el área de urgencias en aquel entonces.

El área de urgencias siempre ha sido un lugar lleno de historias de mucho dolor y casos tan irreales que si no los hubiera visto no los creería. A veces lo peor de la miseria humana entraba por las puertas de la recepción y me estremecías de ver todos esos casos. Con el tiempo te acostumbras a todo; pero hubo una ocasión en que todo eso cambió. Cierto dia entró de emergencia una mujer con su hija, una pequeña de 3 años. La niña tenía fiebre alta y presentaba convulsiones debido a un cuadro grave de neumonía. Tristemente y a pesar de haberle suministrado los tratamientos necesarios la menor falleció. Ese caso en particular nos tocó fibras sensibles a todos los que atendimos a la niña, por la situación de marginación quizás o por la empatía de todos los que teníamos hijos, nos sentimos identificados. No era la primera vez que moría un paciente irremediablemente; pero este en particular no dejo un sentimiento de impotencia y tristeza.

Al paso de los días, el caso aun nos entristecía y a menudo hablábamos de él, En ese lapso se comenzó a correr el rumor que la niña se aparecía en los pasillos del área de urgencias y los consultorios. Muchos compañeros médicos y personal de intendencia afirmaban que podían a veces ver como se asomaba por entre las esquinas y a veces pasaba corriendo rápidamente por el pasillo, causando estupor y miedo a quien la veía. Pensamos entonces que quizá la niña no estaba descansando en paz, por su repentina muerte. Otros en cambio no creían en nada de eso, decían que solo eran cuentos para asustar a los residentes y al personal nuevo que llegaba de tanto en tanto.

Una de esas personas era un joven residente que acababa de llegar a la clínica para hacer sus prácticas en el área de consulta. Cierta noche que nos tocó coincidir en la guardia, salió a tema la muerte de la infante por Neumonía al estar revisando expedientes viejos y casos recientes. Al ver el expediente de la menor, le fui contando como es que sucedió todo, el penoso fallecimiento y la subsecuente leyenda de que su espíritu aun rondaba los pasillos, en busca quizá de una luz que la condujera a su descanso eterno.

El practicante burlándose de mí y despotricando su escepticismo con soberbia, afirmó que los mentados fantasmas no existían, con un gesto de impaciencia junto los expedientes y los llevo a uno de los consultorios donde se archivaban, Iba caminando por el pasillo cuando escuchamos claramente el sonido metálico que hacen las gavetas de los archiveros al cerrarse y de pronto otro ruido que sonó como si uno de estos cayera al piso. El residente se adelantó en tanto yo juntaba los demás folders, Luego de un rato vi salir al joven del consultorio e iba a pasos lentos, con el rostro pálido y una expresión de pánico que lo hacía tener los ojos bien abiertos y sudando copiosamente a pesar del clima frio que imperaba en el ambiente.

Al verlo, le pregunte que le sucedía y se dejó caer en una de las sillas metálicas de la estación de enfermeras donde estábamos, me miró con unos ojos bien abiertos y con una voz entrecortada me dijo que la había visto.
–Acabo de ver a la niña –Dijo casi en voz baja y nervioso.
–Tal vez era la hija de algún compañero –Le contesté, aunque sabía que eso era imposible, no permitían llevar niños y menos al turno.
–No, te juro que la vi. Era la misma del carnet del expediente.

Mismo rostro y mismos ojos tristes, cuando entre al consultorio, vi que todo estaba en orden y apenas iba al archivero cuando de pronto asomo su cabeza por entre los archiveros, mostrándome un rostro pálido y con esa expresión de tristeza que me dejó abrumado. Así como la vi se pasó enfrente de mi como si nada y rápidamente como si fuera levitando y desapareció ante mis ojos. Me quede petrificado sin saber qué hacer, mi mente se nubló hasta que te vi aquí.

Sin saber que decir o hacer, también empecé a sentir temor y decidimos no llevar los archivos a esa área y nos ocupamos de otras cosas, el residente por el susto que se llevó fue al área de urgencias para atenderse de la impresión y la presión alta que le generó su encuentro con la niña fantasma. Ya no estoy en ese hospital; pero compañeras y médicos conocidos que están ahí, afirman que la han visto a menudo.











Derechos de autor a : Eduardo Liñán

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