Ansiada libertad

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Los minutos estaban por acabarse, el tiempo de entrar al cuarto monótono empezaba a hacerse presente. Mientras me esforzaba por recordar el plano mental que había creado con el paso del tiempo sentía mi cuerpo un poco débil. Pero si no era hoy... quizás más nunca podría ser libre. Los guardias caminaban de aquí para allá como si examinaran el perímetro y todas mis rutas de escape. Había escuchado a la señora Choi decir que era un poco diferente y si mis emociones aumentaban podría hacer cosas malas y esas cosas malas llevaban castigos horribles. Por eso era esencial que no deseara o sintiera nada. Ella decía que me ayudaba pero ¿realmente lo hacía?

Podía sentir una corriente conocida formarse por mi cuerpo. El miedo hacia parte de mi pero entonces lo deseé con todas mis fuerzas. No tenía muy claro que debía hacer pero como sucedió aquella vez, cuando tenía ocho años.

La señora Choi no paraba de hacer exámenes y preguntas en ese instante deseé salir de la sala en la que estaba. No sé cómo sucedió pero ya no me encontraba en aquella sala de color gris y con unos cables en mi cabeza, ahora estaba fuera de esta justamente frente a la puerta.

No sé cómo lo hice o qué pasó... luego de aquella vez la Señora Choi me coloco unas cadenas que apretaban mucho mis pies además de tener que estar dos días sin comer. Aquello había sido una completa pesadilla. Fue entonces que por un tiempo deje de intentar pero quizás ahora ya era tiempo de hacer que la esperanza volviera a mi.

Mire fijamente fuera de la verja que separaba el jardín de la calle. Eran muchos metros de distancia pero aún así lo deseé, lo imagine, lo sentí. Cerré mis ojos sintiendo una corriente confortante que salía desde mi pecho hasta luego desvanecerme. Al abrir mis ojos nuevamente noté que estaba a solo un paso de la verja y cómo en cuestión de segundos una alarma sonó. No había logrado salir, no como me hubiera gustado... se suponía que con la suficiente fuerza podría estar al otro lado. Intente trepar pero mis pies se resbalaban con facilidad. Nuevamente intente trepar y agarrarme más fuerte pero no tenía el impulso para poder saltar.

En ese instante sentí como alguien agarraba mis tobillos y estaba listo para golpear a quien fuera pero su voz me detuvo.

– Cuando te empuje has suficiente fuerza y salta rápidamente. – Justo después de decir eso, ese desconocido me dio un empuje y rápidamente salte.

–¡No lo dejen escapar! ¡Agarradlo ahora! – los gritos de la señora Choi junto con la alarma eran como taladros para mi cabeza. Podía ver todo claramente desde la verja. El orfanato era como una mansión de tres pisos, sin contar el sótano, el cual fue mi habitación y salón de experimentos para la señora Choi. Por qué sí, yo era solamente el experimento de la señora Choi. La mansión no era un lugar que expresara mucha alegría, toda la decoración era blanca pero todo el exterior era gris como el cielo nublado. Mis ojos se encontraron con los de la Señora Choi, ella me miró con odio pero lo que más me asusto fue aquella frase que leí en sus labios.
"Nunca escaparas de mi"

Quizás estuve mucho tiempo mirando cuando alguien agarró mi brazo. Una corriente de miedo me invadió y rápidamente me removí para soltarme golpeando a aquella persona y dándole una patada en la espinilla. Cuando el agarre estuvo libre corrí, corrí como si mi vida debería de ello y realmente lo hacía.

Sentía como era perseguido y eso realmente me asustaba. Yo no podía correr muy rápido, porque nunca había corrido realmente. Quizá llevaba solo media hora cuando sentí como mis piernas se debilitaban. Pero no podía rendirme, no podía parar hasta conseguir un buen lugar.
Aún podía sentir el sonido de la alarma taladrando mi mente lo cual no me dejaba pensar con claridad. Llegue a un callejón algo lejano y pensé en detenerme pero escuche pasos nuevamente y comencé a correr con más velocidad.

– ¡Detente! Y-Ya estamos algo lejos.– escuche a alguien detrás de mi hablar, su voz sonaba como el chico que me había ayudado... entonces me permití detener un poco el paso y voltear a mirarle.

–¿Q-Qué? ¿Quién eres?– intente sonar con voz autoritario pero tenía miedo y el estar agitado por correr no ayudaba mucho ¿Por qué él me seguía? ¿Quería entregarme, quería hacer lo mismo que ellos?

– Esperab-ba que al menos ...me dieras las gracias– el chico parecía realmente agitado por correr así que me acerqué a su lado. Él realmente me había ayudado, así que quizás podría confiar en él.

– Gra... cias– le contesté observándolo mientras regulaba mi respiración –¿Me has estado siguiendo? – pregunté curioso.

– Después de ayudarte quizás me hubieran dado el regaño de mi vida. – El chico ya había calmado su respiración y me miraba – Nadie debe nombrarte, nadie debe mirarte, nadie debe hablarte, nadie debe saber de tu existencia... al ayudarte rompí la regla que había sido establecida. –

– Oh bueno, lo siento por ti y ... pues gracias– di media vuelta y seguí caminando.

– ¡Oye! ¿A donde vas? –

– ¿Porqué quieres saber?– pregunté caminando más rápido. Aunque el me hubiera ayudado, yo no podía confiar en él ni en nadie.

– ¡Cuando te ayude me golpeaste! Deberías hacerte cargo – Oh, había sido eso.

– Lo siento, pensé que eras uno de ellos– él me alcanzó –¿Porqué me hablas? Se supone que no debes hablarme, solo sentir odio o temor de mi.

–Y eso ¿Porqué? –

– Porque soy diferente y eso es malo —

– No, no lo es. Ser diferente no te hace malo. No porque tus ojos o cabello sean diferentes eres alguien que debamos temer o odiar. Eres un humano que merece ser respetado también. Quizás tú ADN se afectó o algo así pero aún así no deberían sólo dejarte de lado. Puede que la mayoría solo tengamos el cabello de colores comunes que nuestros rasgos no resalten entre los demás pero aún así todos tenemos algo que nos diferencia a los demás. Tú no has hecho nada malo, eres alguien que siente, que respira así que como ser vivo debes ser apreciado.

– Supongo ... que gracias. Ojalá muchas personas pensaran así pero en este mundo son pocos los que aceptan las diversidades. – guarde silencio y el chico a mi lado también lo hizo. Luego de un rato el chico a mi lado hablo.

– Debemos buscar agua–

–¿Dónde vamos a conseguir?–

– ¿Sabes que es un supermercado o farmacia? – preguntó él y yo negué.

–No conozco mucho, estuve 16 años encerrado en una habitación sin ventanas y sin colores, solo salía una vez al año.

– Un supermercado es un lugar donde venden comida y algunas cosas para la casa. En una farmacia hay medicamentos, bebidas, algunos empaques de comida entre otras cosas.

– ¿Entonces vamos y las tomamos?– pregunté curioso y con la garganta un poco seca.

– ¿Tienes dinero?– preguntó él y volví a negar. Entonces el golpeó su frente con su mano haciendo un gesto que no pude descifrar.




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Dispar/ BTS / Jikook/ JunghopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora