Capítulo XXXI

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—¡Sin-nii! —gritó la chica para luego acercarse como pudo por la multitud —¿¡qué le hacen a mi hermano!?

—¡Eliza no te metas!

—¡Pero Sin! —se quejó al escuchar como su hermano le impedía acercarse.

—Tu hermano, Sinbad de la Aldea Tison ha sido convocado para en tres días enlistarse al ejército que planea conquistar el calabozo —anunció el capitán mientras dirigía su mirada a Sinbad —, ¡es una orden formal del ejercito!, si no vas vendremos a buscarte.

Eliza se abalanzó a punto de agarrarse a golpes con aquel chico al ver como pateaba la cara de su hermano, pero una mano en su hombro la detuvo, era Yunan quien había salido para ver lo que sucedía.

—¡Suéltame, le voy a arrancar ese pendiente que lleva en su oreja!

—Sera mejor que te calmes, no podemos resolver este asunto si no mantenemos la calma — le advirtió Yunan.

Minutos más tarde los soldados de Parthevia habían dejado a su hermano, estaba mal herido y tirado en el suelo de tierra, Eliza corrió para ayudarlo junto con Yunan, estaba furiosa y frustrada por todo lo que habían pasado y que no pudo impedir. Se alejaron un poco del lugar para estar tranquilos.

—No quiero que vuelvas a hacer eso, ¿entendido? —Sinbad regañaba a su hermana mientras se vendaba las heridas que esos hombres le habían causado —, gracias por detenerla, Yunan.

—No te prometo nada —rezongó la niña—, ¡eres demasiado fuerte, debiste hacer algo!

—¡Sabes muy bien que eso no es posible! —Yunan se incomodaba ante la pelea de aquellos dos —, ellos quieren personas para conquistar el calabozo que apareció en la frontera del Imperio Reim y del de Parthevia, ¡Si los reclutados se resisten son ejecutados, e incluso si te enlistas mueres! —gritó Sinbad con desesperación deseaba que su hermana entendiera que no era una situación fácil de resolver. —Nuestro padre para salvar a nuestra familia y a él mismo fue obligado a enlistarse a la guerra, eso se suponía que evitaría su ejecución, ¡pero aun así termino pereciendo!

—¿¡Y por qué sacas eso!? —preguntó molesta —¡yo no tuve la suerte de conocerlo como tú lo hiciste! ¡yo nunca he tenido un padre! —la pelirroja se alejó molesta —, quizá tu no lo entiendes pues tu eres amado por todos aquí, papá también te pudo amar, a mí nunca me conoció, yo nunca lo conocí. Para él solo fueron mamá y tú, su adorado hijo Sinbad, su tesoro más preciado, ¡yo nunca existí para el!

—¿¡Qué tonterías estas diciendo!? —Sinbad vio cómo su hermana corría y se refugiaba en su casa, las lágrimas que la joven había retenido por un largo rato por fin había salido incontrolables —, quizá no debí mencionar a papá...

—Sinbad —llamó su atención Yunan, se la había erizado la piel al presenciar todo ese drama —¿qué paso exactamente en tu familia? —preguntó, pero se puso nervioso al ver la mirada penetrante del chico — claro, si puedo saber.

—Badr... mi padre, fue un gran guerrero de este Imperio el cual solo vivía de guerras, de hecho, en una de ellas perdió su pierna izquierda, siempre rechazaba las recompensas pues no sentía que lo que hacía estuviera bien —empezó a contar Sinbad. —Yo tenía solo tres años cuando me escabullí en su barco, quedamos atrapados en una tormenta donde mi padre pensó que moriríamos, pero yo señalé un lugar, mi padre confió en mí y pudimos salvarnos, él me veía como alguien muy especial. Creímos que siempre nuestra vida sería así de tranquila y feliz, pero el país seguía teniendo guerras y eso afectaba nuestra economía, entonces las aldeas daban su dinero y barcos para la guerra. —Yunan miraba al de cabellos morado con atención escuchando su historia — yo tenía 5 años cuando mi familia estaba en una situación económica peligrosa, mi padre se sostenía con la pesca, y para pescar necesitábamos un bote por lo que él no quiso darlo, mi padre ya no quería relacionarse para nada con las guerras, y al no hacer caso al ejercito nos empezaron a llamar expatriados.

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