Capítulo LXIV

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Medio mes después.

Las provisiones en la cabaña se agotaban y la encargada de ir a conseguir comida era Nanna, Jenni la acompañaba, después de todo serían las personas que menos levantarían sospechas, por razones de proteger los planes contra Gyokuen ni Judal, Hakuryuu o alguna de las demás chicas podría aparecerse en las áreas del Imperio Kou, así que les tocaba a ellas. Lo más cercano era Balbadd, país del que Alibaba provenía, ahora era parte del Imperio de los Ren, y era claramente notable que tanto habían afectado en la cultura de ese país, ya no era el país de Balbadd, ahora solo era una extensión más de aquel Imperio. Llevaban un largo rato caminando por las calles y comprando suministros, cada una cargaba dos grandes bolsas de tela llenas de frutas, verduras, pan, queso, y otros alimentos. —Jenni, ¿te importaría sostener mis bolsas? —preguntó la pelirroja, llevaba un buen rato mirando la gran construcción del palacio central, seguramente Kouen se encontraría en aquel lugar.

—Claro Nanna —aceptó su amiga —, ¿sucede algo?

—Nada importante —la pelirroja se alejó en cuanto la de cabellos chocolate agarraba las pesadas bolsas —, ¡nos vemos en la cabaña! —gritó mientras corría por las calles del mercado.

—¡Oye espera! —Jenni no alcanzó a reaccionar hasta que la pelirroja ya estaba lejos y desaparecía entre las personas —, debíamos llevar juntas la comida...

Nanna continuó su camino, no pareció tomarle importancia a que su amiga se había quedado con cuatro bolsas repletas de suministros para la cabaña —seguro podrá apañárselas sola —, pensó mientras subía los escalones del gran palacio, al llegar a la puerta los soldados la detuvieron instintivamente, impidiéndole seguir su camino.

—¿Quién eres y qué necesitas? —preguntó uno de ellos manteniendo su semblante serio, pero no recibió respuesta alguna, la pelirroja ignoró sus comentarios e insistió en entrar, el intento de retener a la mujer solo provocó que esta usara la fuerza, uno inconsciente y el otro con un brazo y pierna rotos, así fueron como quedaron los soldados con la imposibilidad de detenerla.

Caminó a través de los pasillos intentando encontrar a la persona que deseaba ver desde ya hace un tiempo, si el plan que habían formado se hacía al pie de la letra quizá debería primero ver a aquel pelirrojo antes de que el caos estallara en ese mundo, pero para su desgracia su orientación no era la mejor, y en vez de llegar a la oficina de aquel hombre terminó en los jardines del palacio — maldición, sabía que debía girar a la izquierda.

—¿A dónde querías llegar exactamente? —aquella voz masculina la sorprendió, no se esperaba que su sentido de la orientación fuera tan bueno.

—Ren Kouen —pronunció su nombre—, es a ti a quién estaba buscando.

—¿Y se puede saber por qué? —cuestionó, alzó una ceja mientras sus brazos se cruzaban esperando respuesta.

—Escuché que en menos de dos meses habrá una reunión en una isla con los mayores líderes de este mundo, y por supuesto tu eres uno de ellos —comenzó a hablar —, simplemente quería verte antes de eso, esas fechas prometen demasiado.

—Tu información no es errónea, pero tus intenciones tampoco son muy claras —por alguna razón Kouen no podía evitar querer encararle aquel tema que llevaba tiempo incomodándole el alma —, quieres verme ahora después de que te fueras con el oráculo sin decir ni una palabra.

—Todo fue tan rápido, ¿pero a qué viene eso?, no creo que importe mucho ahora que estoy aquí —avanzó con pasos ligeros y elegantes hacia el alto hombre, este no se inmutó y se mantuvo en su lugar completamente quieto.

—Pero planeas volverte a ir, ¿no es así?

—Por eso habrá que aprovechar el tiempo que nos queda.

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