Capítulo XLIV

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—Golpéame con todas tus fuerzas —Eliza se sorprendió al escuchar las palabras del capitán, el hombre la había llevado a la popa del barco, se había parado justo cerca del timón y la miraba con grandes aires de superioridad mientras mantenía los brazos cruzados.

—Disculpe, pero, ¿qué dijo?

—¿¡Estás sorda o eres tonta!? —preguntó alzando la voz y extendiendo sus brazos para luego quitarse la chaqueta y dejarla caer en el suelo —, dije que me golpearas, ¡hazlo!

Eliza estaba realmente confundida, ¿por qué le pedía eso? ¿se había vuelto loco acaso?, después de escuchar más gritos insistentes del hombre terminó por acceder, pero justamente cuando se acercaba para propiciarle un buen puñetazo dirigido al estómago... ella no supo que pasó cuando de la nada se encontraba tirada en el suelo incapaz de moverse y con un gran dolor que recorría su columna vertebral. —Eres muy débil —le informó el hombre para después alejarse y buscar su chaqueta.

La pelirroja se incorporó para después levantarse y mirar al hombre— es normal, después de todo usted es más grande que yo, y me refiero a físico. Claramente es más fuerte que yo.

—¿Con esa mentalidad planeas ir a conquistar un calabozo? —preguntó el capitán mientras sacudía su chaqueta y sacaba una caja de puros que guardaba en ella—, los chicos de hoy en día son muy suicidas.

—¿Cómo...?

—Me encontré esto en tu bolsa —dijo mientras le extendía el pergamino a la chica, ella lo tomó y pudo identificarlo de inmediato.

—El mapa... espere, ¿por qué andaba revisando mis cosas? —realmente odiaba que agarraran sus cosas sin permiso, aunque tampoco quería exaltarse tanto cuando después de todo ella se subió al barco sin preguntar por lo menos.

—Eso no es importante ahora — claro que lo era para ella, pero a él no le importaba eso—, te enseñaré algunas técnicas de defensa de aquí hasta que lleguemos a Magnostadt, no será mucho, pero será útil, aunque en el calabozo... puede que no sirva para nada. —Eliza puso los ojos en blanco, ¿si no le iba a servir en el calabozo para que se esforzaba?, pero decidió aceptar, después de todo él se estaba ofreciendo y sus padres siempre decían: —toda la información que puedas almacenar te ayudara en su momento—. Y así fue como empezaron sus entrenamientos con aquel misterioso hombre, desde temprano, cuando el sol ni siquiera había salido, hasta tarde, cuando la oscuridad ya casi no los dejaba ver y solo tenían a la luna para iluminarlos, Enzo solía acercarse para dejar algo de comer a su capitán y la joven, pero en ocasiones el hombre de barba blanca insistía en que la pelirroja no se había ganado la comida y se la daba al tigre, el cual sin darse cuenta del hambre de su amiga devoraba feliz el alimento que le proporcionaban, cosa que la pelirroja aceptaba, pues tenía razón en que ella debía esforzarse más.

Y ahora estaban a menos de una noche de llegar a Magnostadt— Llegaremos en la mañana, pero debes tener en cuenta que no te podemos dejar justo en las puertas del país, no aceptan personas sin magia, y realmente no hay un puerto cerca, tendrás que tomar algún carruaje que te guíe hasta allá, y después te aconsejo guardar el mapa, te dejaran pasar con la firma del Rey que está en ese pergamino —explicó el capitán, todos se encontraban cenando juntos, era un banquete de despedida organizado por los marineros del barco.

—Estoy realmente agradecida con todos ustedes —expresó Eliza con una sonrisa, se sentía tan cómoda con todos ellos, hacía mucho tiempo que no se sentía tan libre —, no se preocupe Capitán, gracias a usted y sus subordinados estoy más cerca de conseguir mi objetivo.

—Pero princesa, ¿por qué no le pidió a su hermano que la dejara ir?, esos lugares son muy peligrosos y no lleva ninguna escolta que le ayude y la proteja —Enzo parecía realmente preocupado por la chica.

—No seas tonto Enzo, ¿no conoces la historia de Sinbad el rey de los Siete Mares? —esta vez era otro de los marineros—, es hermana de nuestro rey, el cual consiguió conquistarlo solo, está en su sangre conseguirlo.

—Pero aun así... el rey iba acompañado de otros soldados de ese antiguo Imperio, y todos murieron apenas dos segundos en el calabozo.

—Sí, los soldados, pero no nuestro rey. —Para estos momentos todos los marineros habían comenzado un debate de las posibilidades de ganar de la princesa, incluso se estaban ofreciendo para ir y apoyarla en aquella peligrosa misión, cosa que puso un poco incómoda a Eliza.

—¡Silencio! —El grito del capitán, como era de costumbre, no pasó desapercibido y todos volvieron a sus sitios en silencio —, ella estará bien porque yo le enseñé todo lo que necesita saber, y en estos tres días consiguió por fin ganarme en una pelea —todos escuchaban atentamente a su capitán, por lo que no fue sorpresa cuando pidió la atención de uno de ellos— ¡Enzo!, tú viste claramente eso, fuiste testigo. Ella estará bien. —El muchacho se quedó en silencio para después sonreír y decir unas sencillas palabras, —tiene razón.

La noche siguió con todos comiendo y hablando en una armonía única frente a los ojos de la chica, realmente extrañaría los días que paso en ese barco, la verdad todos habían sido muy atentos con ella, a pesar de que el capitán los ahuyentara con el pretexto de que tenía que hacer todo el trabajo sola, aunque era cierto, tenía presente que todo ese tiempo aquel hombre le había creado un escenario en el que ella tenía que valerse de solo sus propias manos e ideas, y esto para que no olvidara que así seguiría su viaje en el calabozo.

Llegaron a la mañana siguiente, justo como se había acordado, Eliza se había despedido de todos los marineros en el barco y Akita no se quedó atrás, bajó rápido del barco y minutos después volvió con un ave que Eliza jamás había visto, y ahora ese pájaro jamás la vería a ella porque Akita... bueno, ¿qué se podía decir?, eran sus instintos, el felino le entrego al capitán el cuerpo de aquel animal.

—¡Vaya! —exclamó sorprendido, y después se echó a reír—muchas gracias mínimo, es hora de que vayas y protejas a esa niña.

¿Niña? —Eliza se guardó su queja en sus pensamientos, decidiendo que no era importante —, ya lo dije antes pero realmente les agradezco que me aceptaran en su barco —la pelirroja hizo una reverencia, recordaba haberla aprendido de su hermano mucho tiempo atrás, era fácil, arrodillarse y luego hacer un puño con una mano mientras la otra se ponía de contra este, esto alarmó a los marineros, incluso notó la misma reacción en el capitán, cosa que él también se dio cuenta y lo escondió de inmediato. — Me iré ahora, pero deseo volverlos a ver muy pronto.

—Antes de que te vayas —Enzo la detuvo para luego extenderle una bolsa—, aquí pusimos comida, aunque estés más cerca será un viaje muy largo, no es mucho, pero...

—Muchas gracias Enzo —Eliza sonrió y tomó la bolsa muy agradecida, Akita igualmente se acercó y tiró al muchacho para después lamer la cara del joven quien solo acertó a reír.

—Vamos Akita. —el felino hizo caso a la pelirroja y dejo ir al joven — Capitán, antes de irme quisiera preguntarle algo... —el hombre la miro esperando la pregunta— ¿cuál es su nombre?

Eliza se sorprendió al escuchar como el capitán solo se soltó a reír, —regresa del calabozo con vida y te diré mi nombre—, fue lo único que dijo para luego volver al barco y dar la orden de zarpar, la chica sonrió y junto a su felino amigo continuaron su viaje.

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Aquí otro capitulo más para que disfruten, y espero realmente lo hagan n.n

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