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Pasado un rato y, al confirmar quien necesitaba ser afeitado, Jimin se ofreció a hacerlo por primera vez, para enseñarme cómo debo hacerlo, para así estar mejor, segun el.

- No creo que lo necesite a futuro - remarqué. - De hecho, no tengo intenciones de hacerlo a futuro.

- No necesariamente tienes que hacerlo para un hombre, Jin - me dijo Jimin - Hay mujeres que también disfrutan de una polla afeitada.

Me oponía rotundamente a aceptar esa idea. Me parecía más otro de los delirios de Jimin, que siempre se jactaba de acostarse con miles de mujeres.

Mi amigo era un galán nato. Siempre fue el Don Juan del trío. Tenía la palabra justa para conquistar a una dama. El carisma necesario para atrapar a la presa en su sonrisa triunfante. Debo reconocer que una parte mía siempre envidió su forma de desenvolverse.

Seguí a Jimin hasta el baño, sumamente nervioso. Mi amigo fue a tomar la afeitadora eléctrica.

- Voy a enseñarte cómo se hace - me indicó. - Así que vamos, muéstrame tu linda polla.

Lo lapidé con la mirada.

- No hagas esto más humillante de lo que ya es - le dije, enojándome.

Jimin puso los ojos en blanco. Se acercó hacia mí, me rodeó con sus brazos y desabrochó el botón de mi pantalón.

Me quedé paralizado al sentir su cuerpo apoyándome, pero más nervioso me puso cuando tiró de ello y toda mi entrepierna quedó al aire libre.

- Si alguno de los dos debería sentirse humillado, debería ser yo que te está por afeitar - me respondió. - Y no me siento humillado por esto, porque sólo pretendo enseñarte.

Suspiré intentando conservar la calma. Mi amigo tenía un punto lógico, aunque yo me encontrara fuera de toda cordura.

- Le estás poniendo mucho de ti a esta situación - remarqué.

- Creo que Tae tiene razón - comentó. - Estamos en una edad en donde deberíamos experimentar. Somos chicos de ciudad, después de todo. Tendríamos que tener la mente más abierta.

Jimin encendió la afeitadora eléctrica y un sonido irritante envolvió el ambiente.

- Yo lo intento - le comenté. - Aunque no parezca. Sólo que... No sé, Jimin, siento culpa.

- Sentimiento extraño para venir de ti - me acusó Jimin

- Tampoco soy un monstruo, ChimChim - respondí, sorprendido por la acusación.

- No dije que lo fueras - comentó. Comenzó a pasar la máquina por mi entrepierna. - Sólo digo que es un sentimiento raro.

Tenía que reconocer que tenía razón.

- Hoy la vi a Lisa y me sentí terrible.

- Con las mujeres que la engañaste no te pasó, ¿o sí?

- No, no me pasó - respondí.

Era en vano ocultarle algo a Jimin. Se acordaba muy bien las conversaciones que teníamos. Era un hombre inteligente.

- ¿Por qué crees que con el profesor sientes culpa? - me preguntó.

La pregunta me trajo aparejado automáticamente el recuerdo de haberme sentido excitado con el profesor. Primero, cuando me hizo quedarme en bóxer para él. Luego, también volví a excitarme cuando separó mi dentadura con sus manos para que su verga entrara en mi boca. Y finalmente, el trasero de mis mejores amigos. ¿Por qué me estaban resultando atractivos?

- Oh, Dios... - murmuré, comprendiendo. - Fue porque yo estaba excitado.

Si esperaba que mi amigo se tomara la noticia como algo tremendo, me decepcionó por completo. Su actitud, en cambio, volvió a ser más coherente que la mía.

- Está bien que lo estés - contestó. - No puedes tener sexo si no estás excitado, Jin.

- Eso tiene sentido - analicé.

Y después de todo, para eso era todo aquello, ¿no? Había aceptado tener sexo con aquel profesor. No era malo que me excitara.

- Ahí está - dijo Jimin, apagando la máquina.

El cuarto de baño se volvió silencioso otra vez.

Mi amigo limpiaba los restos de vello cortado dándome suaves palmadas. Luego, abrió mis nalgas con sus manos y sopló.

La sensación me hizo estremecer.

No sabía por qué, me generó una descarga de placer que, inapropiadamente, me excitó.

Cuando bajé la mirada, mi pene miraba hacia el cielo.

Quise tapármelo con las dos manos, pero fue demasiado tarde. Además de demasiado obvio, por supuesto.

- Cielos - dijo Jimin, quien esta vez sí parecía sorprendido. - Eso te gustó, ¿eh?

- Qué vergüenza - atiné a decir, apenado.

- ¿Alguna vez una chica te mamó el ano? - me preguntó.

La pregunta, si consistía en bajarme a la realidad, lo único que hizo fue encender más mi deseo.

- Pero, ¿qué dices? - pregunté. - No creo que una mujer quisiera hacerme eso.

- No iban a querer hacértelo con el trasero como la tenías - me respondió, riéndose. - Eso está claro.

- ¿Por eso te lo afeitas tú? - le pregunté.

Señor Kim | RM X VOCAL LINE(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora