2🆗

6K 360 45
                                    

No pude evitar darle una nalgada, que aunque fue suave, repiqueteó con un fuerte sonido en la habitación.

- Me alegro que te hayas despertado - le dije. - Me tengo que ir.

Hoseok, más dormido que interesado en mi situación, asintió y se incorporó. Parecía estar intentando recordar dónde estaba y quién era yo.

- ¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad? - le pregunté.

- Creo que hasta que ocurra lo inevitable - respondió.

- Oh, cierto - lamenté haber preguntado y lamenté no tener nada qué decir. - Bueno, si quieres repetir un día de éstos, puedes llamarme.

- Me gustaría - aceptó el muchacho.

Cuando nos despedimos, quise darle un beso pero gentilmente me rechazó.

- Tengo mal aliento - me respondió. - No puedo besar a nadie hasta que no vaya a casa a cepillarme los dientes.

Acepté su excusa. Intercambiamos números de teléfonos y tomé un taxi hasta la Universidad.

La noche de sexo casual me vino de lo mejor para lidiar con la ansiedad de los jóvenes que debían rendir el examen recuperatorio. A un par de ellos, les tocaba la suerte de que si no lo aprobaban, los vería el año próximo recursando la materia.

Caminé por el pasillo para llegar al aula, despertando la mirada inquieta de los alumnos que rendirían conmigo durante el día. Los dos profesores adjuntos iban charlando animadamente sobre una clase de incidente que tuvo lugar la noche anterior. Pero a mí me gustaba concentrarme en los jóvenes que se iban a presentar ante mí.

Algunos, desviaban la mirada y continuaban sumergidos en sus apuntes. Otros, intentando congraciarse, saludaban con una sonrisa como si eso consiguiera despertarme piedad.

Uno de los jóvenes se acercó a mí con una sonrisa. Lo conocía por los cinco finales previos que rindió conmigo y desaprobó. Kim Seokjin.

- ¡Profe! - exclamó, con una sonrisa ancha. - Después del examen, quisiera hablar con usted un segundo.

La propuesta me tomó por sorpresa. Era habitual que los alumnos se acercaran antes del examen para suplicar o incluso querer quitarse una duda a último momento, pero que quisieran hablar conmigo después del examen, era una situación insólita.

- ¿Qué estás tramando, Seokjin? - preguntó Sunmi, mi profesora adjunta.

Sunmi era una mujer morena, joven y de buen cuerpo. Compartíamos ese placer sádico de torturar a los alumnos en los exámenes finales. Si yo fuera heterosexual, ella sería la mujer perfecta para mí.

- Nada, profesora, nada - dijo Seokjin, lanzando una risa poco creíble. - Sólo quiero hablar con él.

- Bueno, búscame cuando termine el examen - le dije. - Aunque vas a tener que esperar mucho tiempo. Esto pinta para rato.

- No hay problema, señor Kim - dijo Jin. - Lo esperaré lo que haga falta.

La presentación al examen de Jin fue, por lejos, una de las peores. Ni aún siendo benevolente, pues sabía que era su última oportunidad de aprobar, podía dejar pasar por alto todas las falencias que tenía.

No obstante, percibí su intención por recordar cosas que había estudiado, pero llegó a un punto en donde empecé a sospechar que sufría dislexia.

- Tal vez lo que te quiere decir después es que seas bueno con él el próximo año - le comentó Sunmi, cuando el muchacho se fue aceptando su derrota. - Porque es obvio que lo vas a tener que volver a tener en tus clases.

- Creo que tiene alguna clase de bloqueo emocional con esta materia - comentó Jackson Wang, el otro profesor adjunto. - Es la única que lo está demorando. Es un buen alumno, pero hay algo en esta materia que no le permite avanzar.

- No es nuestro problema resolver los conflictos psicológicos que tengan los alumnos con nuestras materias - le recordé. - Nadie más que él ha impedido aprobarlo.

No obstante, no fue el único que perdía aquella materia en ese examen final. Había otros que lo hacían por cuestión de plazos. Sólo tenían dos años de vigencia para aprobar una vez que la terminaban de cursar, sino debían volver conmigo durante otro año.

De los 35 alumnos inscriptos, sólo 4 aprobaron el examen final. Y 3 de ellos lo hicieron porque con Sunmi y Jackson decidimos bajar la vara y no mostrarnos tan exigentes. De los 31 alumnos restantes, 26 tenían la posibilidad de volver a rendirla en dos meses, mientras que 5 serían mis alumnos el próximo años, entre ellos Seokjin.

- El problema con tu materia o materias como Historia, es que nadie se las toma en serio porque creen que no sirven en la vida real - dijo Sunmi, cuando despacharon al último alumno.

- Bueno, técnicamente no sirven... - dudé.

- Pero son la bases del derecho legal, Namjoon, por Dios - se quejó ella, furiosa. Luego, suspiró con cansancio y resignación. - Debo tranquilizarme. Los alumnos, ante todo, son estúpidos.

- ¿Quién quiere ir a almorzar? - propuso Jackson, para sacar la tensión del ambiente.

- Yo no puedo - respondió ella.

- Yo sí - acepté. - Me conviene más quedarme por la zona. Soy profesor adjunto en la mesa de Gael.

Salimos del aula donde ocurrió la masacre y nos encontramos con Seokjin, quien esperaba ansioso sentado en un banco. El pasillo ya se encontraba vacío. Me había olvidado que el muchacho quería hablar conmigo.

- Oh, Jin, lo había olvidado - reconocí, deteniéndome ante él. Sunmi y Jackson siguieron su camino, como si el muchacho fuera una víctima en la que no valía la pena perder el tiempo. - ¿Qué tenías que decirme?

Señor Kim | RM X VOCAL LINE(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora