Capitulo 3

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Miré a mi hermano menor y lo vi saltando hacia la lluvia, como un gato salvaje que
diera zarpazos a un filete. Cuando alguien a su lado se puso a hacer lo mismo,
empezaron a darse golpes y acabaron peleándose por las gotas de agua. Di un paso
atrás y busqué con la mirada a mi hermano mediano. No lo encontré. Estaba perdido
entre la multitud que se lanzaba hacia la barandilla, desapareció antes de que pudiera
entender lo que estaba presenciando.
Luego vi a mis padres, cogidos de la mano, con la espalda contra la borda,
dejándose caer hacia atrás como si nada. Sonreían. Solté un chillido.
¿Qué estaba pasando? ¿Es que el mundo se había vuelto loco?
Una nota penetró en mi oído. Bajé las manos. Mis miedos y preocupaciones se
desvanecieron a medida que la canción iba asentándose. Tenía la impresión de que
estaría mejor en el agua, arrullada por las olas, en lugar de estar sufriendo el embate
de la lluvia. Era algo delicioso. Necesitaba bebérmelo, llenar el estómago, el corazón,
los pulmones con ello.
Con aquel deseo atravesándome y latiendo en mi interior, me acerqué a la
barandilla. Habría sido un placer llenarme de aquella música, para saciar hasta el
último rincón de mi cuerpo. Apenas me di cuenta de que trepaba a la borda. No fui
consciente de nada hasta que el impacto del agua en el rostro me devolvió la
conciencia.
Iba a morir.
«¡No! —pensé mientras me debatía para volver a la superficie— ¡No estoy
preparada! ¡Quiero vivir!»
Diecinueve años no eran suficientes. Aún me quedaban muchas comidas que
probar, muchos lugares que visitar. Esperaba que un marido y una familia. Todo ello
perdido en una fracción de segundo.
¿De verdad?
No tenía tiempo de dudar de si realmente había oído aquella voz.
¡Sí!
¿Qué darías por vivir?
¡Lo que fuera!
En un instante, algo me arrastró fuera de aquel estrépito. Era como si un brazo me
hubiera rodeado la cintura y hubiera tirado de mí con precisión, pasando entre cuerpos
y más cuerpos hasta dejarlos atrás. Enseguida me encontré tendida boca arriba,
mirando a tres chicas de una belleza inhumana.
Por un momento, todo el horror y la confusión desaparecieron. No había tormenta,
ni familia, ni miedo. Lo único que había o que habría alguna vez eran aquellos rostros

La SirenaOnde histórias criam vida. Descubra agora