capítulo 6

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rutina de su trabajo. Kerry tenía un aspecto optimista, un aire expectante que la
rodeaba como una aureola.
Yo se lo había arrebatado. Se lo había robado y se lo había entregado al océano.
—Al menos tú tenías familia —le dije a su foto—. Al menos hay alguien que llorará
tu ausencia.
Ojalá pudiera explicarle que una vida cortada de cuajo era mejor que una vida vacía
que se prolongaba sin más. Cerré el álbum y lo puse en mi arcón con los demás, uno
por cada naufragio. Solo había unas cuantas personas que pudieran entender cómo me
sentía. En realidad, ni siquiera estaba segura de ello.
Con un gran suspiro me dirigí al salón, donde resonaban las voces de Elizabeth y de
Miaka a un volumen superior al que me resultaba cómodo.
—¡Kahlen! —me saludó Elizabeth.
Intenté no hacer ruido, mientras comprobaba que todas las ventanas estuvieran
cerradas. Ellas sabían lo importante que era que nadie pudiera oírnos, pero nunca se
mostraban lo precavidas que me habría gustado.
—A Miaka se le acaba de ocurrir otra idea para su futuro.
Miré a Miaka, diminuta y oscura de la cabeza a los pies, pero no de espíritu: me
había conquistado a los pocos minutos de conocerla.
—Cuenta —respondí, mientras me instalaba en la butaca de la esquina.
Miaka me mostró una gran sonrisa.
—Estaba pensando en comprarme una galería.
—¿De verdad? —dije, levantando las cejas, sorprendida—. Así que prefieres ser
propietaria a creadora, ¿eh?
—De hecho, no creo que pudieras dejar de pintar —reflexionó Elizabeth.
Asentí.
—Tienes demasiado talento.
Miaka llevaba años vendiendo sus obras de arte por Internet. Incluso ahora,
mientras charlábamos, estaba escribiendo algo en su teléfono. Imaginé que sería otra
de sus ventas. El hecho de que alguna de nosotras tuviera un teléfono era casi ridículo
(como si tuviéramos a alguien a quien llamar), pero a ella le gustaba estar conectada
con el mundo.
—Me parece divertido estar a cargo de algo, ¿sabes?
—Ya —dije—. Ser propietaria me parece algo increíblemente atractivo.
—¡Exacto! —Miaka hablaba y escribía al mismo tiempo—. Responsabilidad,
individualidad… Todo eso ahora no lo tengo, así quizá pueda compensarlo más adelante

La SirenaOnde histórias criam vida. Descubra agora